Día de lluvia y avíos de escritura
El cielo ha entrado en la gama de grises. Del oscuro al clarito, se mueve en una franja de media luz que te invita a quedarte en casa, salvo para los intrépidos, los que alguna vez paseamos por la calle de la feria con zapatos de tacón y sin paraguas. Tal era la recompensa a una acción tan falta de criterio. Pero eso era antes. Y antes del antes estaba la mesita junto a la ventana, y la ventana con contraventanas que se cerraban, de madera espesa y burbujeante, algo húmeda a veces por fuera, algo dura por dentro. Y en la mesita los cuentos, los libros de aventuras, el Tom con su valla, los cuadernos, los folios y los lápices. Algún bolígrafo de esos que escriben bien, la goma, el sacapuntas, la carpeta, los mapas, qué tendrán los Atlas que al mundo te llevan. Por eso me gusta Margaret, por su amor a los mapas.
Comentarios