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Mostrando entradas de noviembre, 2024

En la librería

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/Librería Ler Devagar, Lisboa, Portugal/ Como sueles hacer, te pierdes en la librería a la hora de comer y se te olvida la comida. En las estanterías hay muchos libros en inglés y te pones a buscar la sección de jardinería porque, dices, los ingleses son muy amantes de los jardines. El chico que te atiende tiene la paciencia de un santo. Porque eres un cliente difícil, que siempre tiene tendencia a irse a lo más raro y porque hay que sacarte las palabras con sacacorchos. El chico de la librería no tiene por qué estar pendiente de ti, te digo. Y te sonríes. Y me desarmas. Te he dejado con tus libros en inglés y con portadas de flores y me he ido a buscar cosas de Lidia Jorge o de Peixoto, o también de Eça de Queirós y de Pessoa. Encuentro una edición de El primo Basilio que es un primor, con una cubierta blanca y rosada, muy original y bonita. Y luego me llevo dos libros más cuyos autores desconozco pero también tienen unas cubiertas preciosas. Entonces tú te das cuenta y me dices: ea,

El amor es una cabina de teléfonos

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 Hacía frío, tanto frío. Era febrero y era carnaval. Y nosotros éramos dos jóvenes enamorados aunque no lo sabían. Todo el mundo entendía lo que pasaba menos nosotros. Éramos inocentes y sin experiencia. Éramos principiantes en todo aquello. No sabíamos que el ardor de la sangre tiene un nombre y no sabíamos que el amor, cuando llega, nunca arría las velas. Éramos dos amantes inconexos, sin buhardilla ni canción en francés, solo con un asombro tan grande que todo lo llenaba. Debería existir una alerta para esto, algo que te avise, que te diga que sí, que no pierdas la oportunidad, que no juegues con fuego, que el amor es algo que llega y se instala, pero que la ausencia lo convierte en baldío y lo baldío es nostalgia y es ausencia de nuevo. Éramos estudiantes y teníamos preguntas. Debiste hablarme claro. No sé si guardo aquella tarjeta postal de navidad tan críptica, en la que al final no aclarabas nada. Debiste hablarme claro. Ser sincero, dejar la timidez, gritar a todo el mundo que

Primavera infinita

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Tenía veinte años y los ojos azules. Llevaba vaqueros y una camisa blanca. Eran su santo y seña. Los libros en las manos, muchos libros. Y el pelo revuelto y las ganas de reírse de todo, de disfrutar la vida. Cerca, en un parque casi vacío, donde había rotondas hechas con jardines, fuentes que manaban un agua impecable e impregnada del olor a jazmín, solían sentarse a hablar de todas las cosas. El repertorio de la charla no terminaba nunca aunque él era tímido y ella tenía miedo. Él tenía veinte años, ya lo he dicho, y llevaba la revolución cosida a su piel, quería cambiarlo todo, quería ser libre, quería bucear hasta el fondo para conocer los secretos del océano. El océano era la vida y estudiar en un rincón de la playa, con los libros llenos de arena, otro de sus secretos escondrijos. Ella le seguía la corriente porque solo deseaba estar a su lado. Y la vida le producía susto, todo lo contrario que a él, que se enfrentaba con valentía a todas las cosas y tenía la capacidad de plantar

Dejé pasar el autobús

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 /Richard Estes/ Anoche soñé contigo. Era un sueño extraño, quizá como todos los sueños. Éramos muy jóvenes o tal vez no. Tal vez tenía el aire indeciso de lo onírico. Una cosa rara sin duda. Estabas allí y me esperabas. Exactamente igual que entonces, que aquellos días. No sé si fueron breves, si fueron muchos días, pero existieron, eso sí lo sé. Y me cuesta recordar los detalles, me cuesta sentirme como entonces, pero hay un ramalazo, una especie de espiral risueña que me hace recordarte como eras entonces. Leyendo lo que no debías y anotando cosas en mi libro de francés. Qué curioso todo. En ese sueño estaba nuestro Manderley, que tenía formas diversas: la biblioteca, el patio, el aula, el pasillo, el parque Genovés, la calle, una cabina de teléfono, tu casa, la casa de mi tía, el autobús que conducía a Alicante, el carnaval, el barco para ir a Mallorca, el castillo, la gran discoteca, el hotel, la piscina, los ojos azules, el vestido malva, el jersey amarillo, la minifalda, la mele

Virginia Woolf: Por qué las mujeres no tienen tiempo de escribir

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En esta edición de Páginas de Espuma de los ensayos literarios escritos por Virginia Woolf (1882-1941)  hay mucho de todo. Merece la pena una lectura atenta y reposada y una reflexión posterior. Cada uno de esos ensayos requiere darle unas cuántas vueltas después y requiere además del pensamiento propio. Lo bueno de estos ensayos es que algunos presentan problemas y situaciones que te han venido antes a la cabeza, que te han llevado a preguntarte sobre asuntos y cuestiones que tienen miga. La obra literaria de Virginia es una cumbre pero su aportación a la teoría de la literatura también lo es, a pesar de que sea menos conocida y hasta poco reconocida. Todavía falta mucho para que Virginia Woolf deje de ser solamente una activista de lo femenino que una y otra vez insiste en que la mujer tiene escasa voz pública por razones muy diversas.  Analizar este libro, pararse en él, da para muchas entradas y así se intentará hacer en este blog. De ella se aprende y con ella se comparte. Eso

"Distrito del Sur. Un paisaje inglés" de Winifred Holtby

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  Anna Maxwell Martin as Sarah Burton in the 2011 BBC adaptation of South Riding by Winifred Holtby. Photograph: BBC. Fuente The Guardian La historia de Winifred Holtby es la de una mujer de su tiempo. Dedicada al periodismo, fue una feminista convencida (de ese feminismo de la primera ola que tan importante ha sido en la historia de los derechos de la mujer) y que vivió pocos años (murió muy joven, a los treinta y siete años) pero que lo hizo en una época apasionante. Aunque nació en Gran Bretaña estuvo viviendo en Francia durante los años de la Primera Guerra Mundial y allí conoció a su amiga del alma, también escritora, la competente Vera Brittain . La unión entre ambas nos ha servido para que su última novela, Distrito del Sur , llegara a nosotros de forma póstuma.  Winifred fue hija de granjeros. Todavía se conserva la granja de sus padres en la pequeña aldea de Yorkshire llamada Rudston , donde nació el 23 de junio de 1898. Allí, en la iglesia de Todos los Santos se encuentra

"La hija del tiempo" de Josephine Tey

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  El inspector Alan Grant, de Scotland Yard, ha tenido un accidente durante el transcurso de un servicio policial y se ha caído por una trampilla. De resultas, se encuentra hospitalizado en Londres, con una pierna fastidiada y una inmovilidad molesta que lo tiene bastante aburrido. El aburrimiento es el gran enemigo de la gente como Grant, acostumbrado a una potente actividad física y mental. Así que una de sus amigas, la actriz Marta Hallard, le sugiere que se dedique a entretenerse con un tema que a él le gusta mucho: las caras. Grant es un experto en caras y es capaz del averiguar por el rostro y el gesto si alguien es un delincuente. Marta Hallard le lleva al hospital unos retratos entre los que Grant se fijará especialmente en el de un hombre, Ricardo III, el último Plantagenet, sobre quien pesa una historia desgraciada: el asesinato de sus dos sobrinos. Por mucho que lo mira, no es capaz de ver en él a ese ser despiadado y criminal del que se viene hablando siglos.  Las dos en

Baile a la luz de las velas

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(Pintura de Jack Vettriano) Ocupar el ocio es una de las prerrogativas de las sociedades avanzadas. Cuando uno tiene asegurada la supervivencia, no tiene que ir a cazar animales para obtener pieles ni alimento, cuando la vida sigue su curso organizadamente, entonces nos encontramos con que hay tiempo libre que llenar.  Los personajes de Jane Austen tienen en su mano las diversiones normales de la gente como ellos en el tiempo en que vivieron. Jugar a las cartas; conversar; hacer visitas; jugar a los juegos de palabras; a las adivinanzas, o a las charadas; bailar; salir a cenar fuera; hacer una excursión al campo; asistir a una velada musical; tocar el piano…; coleccionar acertijos... Bailar a la luz de las velas era una de las más atractivas distracciones para cualquier joven. Cuando los señores Weston (en "Emma") quieren agasajar con un baile a Frank Churchill, dado que su casa es demasiado pequeña, deciden comprobar las condiciones de “La Corona”, una es

"Bajo la nieve" de Helen McCloy

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  Bajo la nieve Helen McCloy Editorial Hoja de Lata, 2023 Traducción de Raquel García Rojas De qué va la cosa: Esta es una trama de misterio que se desarrolla en un espacio reducido y que tiene a unos protagonistas muy concretos, de forma que el asesino está cerca. La joven Kitty Jocelyn aparece muerta a unas pocas calles de distancia de su mansión, en la que, precisamente, se ha presentado en sociedad esa noche. Así que ya sabemos que la alta sociedad neoyorkina de los años treinta es el escenario de los hechos y vamos a encontrarnos a unos sospechosos de altura, como una madrastra, un periodista de cotilleo, una secretaria o una buenísima prima, aunque nunca se sabe. La posible causa de la muerte es también muy original, una sobredosis de pastillas adelgazantes, algo que nunca se le hubiera ocurrido a la maestra Agatha Christie.  Naturalmente la investigación corre a cargo del detective de la casa, léase de la autora y sus novelas, es decir, el psiquiatra con dotes detectivescas Basi

"Como cambia el mar" de Elizabeth Jane Howard

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DE Elizabeth Jane Howard he reseñado ya aquí "Los años ligeros"  y "Confusión" , ambas pertenecientes a la serie sobre los Cazalet, que tanto éxito obtuvo y que dio la fama a su autora. Esta novela de ahora, "Como cambia el mar" es mucho más compleja, interesante y esplendorosa que la saga. Es una obra maestra.  Se trata de una complicada estructura narrativa, con varias voces, escenarios distintos y formas narrativas diferentes. Novela epistolar (las cartas de Alberta a su familia), narrada en primera persona (a cargo de Lillian y de Jimmy) y en tercera persona (la parte de Emmanuel). Una espléndido friso en el que cada cosa está perfectamente colocada en su sitio. Las localizaciones también varían desde Londres a Nueva York a Atenas y a la isla de Hidra. Naturaleza en su justo punto, sin merodeos innecesarios, lo que se necesita para crear el marco, la atmósfera. Una historia que va recorriendo el argumento a modo de inusitado río que transcurre sin que

"La señora Dalloway" de Virginia Woolf

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Clarissa Dalloway ofrece esta noche del mes de junio una fiesta. Por eso, su primera decisión, tiene que ver con el exorno del salón. "La señora Dalloway dijo que ella misma compraría las flores" . "Era mediados de junio...la guerra había acabado". Se refiere a la primera guerra mundial.  Desde que comienza el día hasta la noche, Clarissa Dalloway , hará algunas cosas que le permitirán, mientras tanto, pensar y utilizar lo que ella posee en mayor medida, la intuición. Desengañada de Richard , su marido, con el que se unió precisamente porque no lo quería demasiado. Decepcionada de Peter Walsh, su gran amor, que se está con otra mujer, mucho más fría, indiferente y extraña que ella. Cansada de ser "invisible". Así camina por el parque de St. James. "Porque aunque ella y Peter pudieran pasar separados cientos de años y ella nunca le hubiera escrito una carta  las suyas fueran tan secas, de pronto, en cualquier momento, se le ocurría pensar

Un poema de Elizabeth Barrett

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(El mensajero del amor. Marie Spartali Stillman. 1844-1927) Si has de amarme que sea solamente por amor de mi amor. No digas nunca que es por mi aspecto, mi sonrisa, el modo de hablar o por un rasgo de carácter que concuerda contigo o que aquel día hizo que nos sintiéramos felices... Porque, amor mío, todas estas cosas pueden cambiar, y hasta el amor se muere. No me quieras tampoco por las lágrimas que compasivo enjugas en mi rostro... ¡ Porque puedo olvidarme de llorar gracias a ti, y así perder tu amor¡  Por amor de mi amor quiero que me ames, para que dure amor eternamente.  (Elizabeth Barrett Browning. 1806-1861)

Sí. Necesitan más ayuda.

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 La foto de Saiz es un pelotazo. El niño armado con su escobón o con su mopa, equipado con sus botas de agua y sus pantalones jogger, parece un caballero andante, un soldado en ebullición, un héroe. Los niños viven las tragedias de una manera especial. No se les borran nunca de la mente pero las conservan envueltas en celofán, un papel transparente que no deja pasar el auténtico dolor, la rabia y el miedo que tienen los mayores. El niño chapotea sobre un suelo árido, sucio, lleno de restos, de inmundicias, contaminado de peligro. Hace todo el esfuerzo posible porque desaparezca lo malo, emulando esa tarea de los seres humanos cuando algo rompe el equilibrio, la sagrada vida cotidiana, la esperanza. La alegre rutina de los días, la de las meriendas, los días en el colegio, las tardes de videojuegos o las horas de fútbol. El niño lo ha aparcado todo, lo ha situado todo en un cajón que quizá se han llevado las aguas. El agua, que es tan amiga y tan enemiga a veces. Al fondo de la imagen e