Otro septiembre
(El jardín. Claude Monet)
Los jardines en septiembre ya no son promesas. Están a punto de convertirse en nada. Una letanía de palabras los predijo y solo algunas de ellas pudieron cumplirse en el mejor de los casos. Las flores se amontonan en racimos para adornar las casas y el cabello, pero es el punto final, la hora de retorno, el suma y sigue de un tiempo que nunca volverá a ser el mismo.
Cada septiembre trae su melodía, entona cada cual un canto diferente. No es lo mismo reírse, que esperar que las lágrimas se apaguen. No es lo mismo mirarte que saber que tu voz está tan lejos como el trueno en la noche. Los relámpagos acucian a las flores y quieren convertirlas en estatuas de sal. Tú, sin saber ya nada, sin entenderme apenas, has renunciado a la promesa que no pudiste hacer porque era otra mentira de las que te navegan sin puerto y sin banderas.
Así en septiembre estamos dibujados como si ese pintor ya no fuera poeta y sus pinceles encubrieran la rabia de saber que hay pasiones que no viven detrás de aquellos ojos. Elegiste tú mismo el motivo del verso que declamas y dejaste aparcado lo demás. Yo entre esas cosas que obviaste, que convertiste en agua entre las manos, disuelta, sin olor, color y rosas. Dame de nuevo lo que me pediste, lo que entregué sin saber que lo tiraba al suelo. En esa ofrenda estuve con los ojos cerrados. Ahora que conozco el final, ya no quiero saber tu nombre ni adivinar el signo de tu viaje.
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