La grieta luminosa
/Fotografía de Uta Barth)
Los días nublados como este se prestan a la nostalgia y al sentimentalismo. Pero, en realidad, todo depende del ánimo y de la ilusión que en cada momento te mueva. Si está la cosa baja en esa medida de la vitalidad que se llama de muchas formas, entonces se nota más el gris, se nota más la ausencia de sol. En Oviedo, hace años, una vendedora de fruta me dijo que echaba de menos el cielo cubierto cuando el sol alumbraba varios días seguidos. El norte y el sur son distintos en eso. Si te acostumbras a que el sol forme parte del decorado, entonces todo se puede convertir en un ocaso triste si no aparece. Hay quien dice que los días nublados son buenos para la poesía, para los libros pesarosos, pero yo no lo creo. Más bien me parece que lo suyo es adornarlos con vídeos de youtubers que estén salseando, discutiendo entre sí o echándose la culpa de todo. Vídeo contra vídeo de Javi Oliveira y de Juanjovlog, mejor que un achicharrante libro que te rompa la cabeza. En días como hoy, de casi efemérides, encuentras a gente dando discursos en cualquier parte. En la comunidad de Madrid hay un acto sobre la Constitución, como era de esperar, y ahora Mariló Montero está dando un discurso sobre la libertad de prensa y por eso me acuerdo de Juan Soto Ivars, que ayer intentó y casi lo logra, presentar su último libro en Sevilla, con el ruido de fondo del escrache, que palabra más fea. La gente de Estandarte sigue trabajando a pesar de que es sábado, en un compromiso total con la literatura que debería admirarse. Me preguntan mi opinión para sus premios anuales y se la doy cargada de amistad y de convencimiento, no se puede hacer otra cosa. El resfriado me tiene tan cansada y tan falta de liberar la nariz de mocos y de cosquillas que espero ansiosa el efecto del mucolítico para liberarme de esta carga tan coñazo. Mientras, una grieta luminosa en forma de foto de bebé, obra el milagro.









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