Intrusa

 


/Pintura de Luis Touriño/

Debería uno aprender en algún lado a hacer el diagnóstico correcto de las situaciones. Se diría, en plan castizo, a calar a la gente. Pero no es tan fácil. No hay asignaturas de perspicacia. Me maravilla la forma en que la señorita Marple es capaz de establecer paralelismos de personalidad entre la gente que se encuentra cuando hay un asesinato de por medio y sus vecinos de Saint Mary Mead. Desde que empecé a leerla, tan pronto, eso me llamaba la atención. Pero creí que era cosa de novelas y de situaciones límite. Me equivocaba como en tantas cosas. Luego he vivido momentos en los que me hubiera venido bien una señorita Marple que me orientara y guiara. Puede una tener intuición y carecer de perspicacia. Ocurre. 

Una prueba de ella es todo lo que rodeó a mi desembarco en un instituto. Tenía aquel lugar una especial idiosincrasia y una historia anterior de la que blasonaban. Era un centro difícil por muchos motivos, el principal por la plantilla que lo habitaba. La mayoría desconfiaban de todo lo que no fueran ellos mismos. El año en que llegué hubo varios directores, todos hombres, uno tras otro. Dimitían, se cansaban, se peleaban. También había decepcionados, que no habían sido nombrados para el cargo. Entonces demostré claramente mi absoluta falta de perspicacia y mi repetido error de creer imposible la mezquindad y el interés de los mediocres. Un alguien me propuso que yo me presentara a la dirección. Podía haberse presentado ese alguien pero no lo hizo. Su plan era mejor. Yo daría la cara, me enfrentaría al proceso, aguantaría los chaparrones y él se colocaría cómodamente en la postura de mandar mucho y dar pocas explicaciones. Qué genio. Pero lo hice sin darme cuenta de la aversión que se experimentaba allí por los intrusos, los que llegaban nuevos, los que no tenían el pedigrí de la historia antigua. El alguien vivió unos años estupendos, en los que medraba a su gusto y culminó todo con la traición que cabía esperar de aquello. El alguien fue el traidor y yo la traicionada. Pero debí darme cuenta de todo entonces y no lo hice. Apenas lo logro ahora cuando lo pienso. La señorita Marple me da veinte vueltas en todo. 

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