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Demasiado blando para ser sheriff

Lo que más me llama la atención de esta película es Sylvester Stallone en su papel del sheriff Freddy Heflin. Pero no un sheriff usual, de esos que entendemos como normales en los Estados Unidos. Además de sheriff, o quizá por eso, es un buen hombre, pacífico, sin ganas de gresca y muy enamorado de una mujer que se ha casado con otro y por la que perdió la audición de un oído. Esto le ha imposibilitado ser un verdadero policía, que era su gran deseo. Así que aquí está, en el pueblo de Garrison, creado exprofeso para que vivan lo más tranquilos posibles muchos policías que trabajan en la zona de Nueva York. 

Tampoco Robert De Niro hace uno de sus papeles usuales de capo de la mafia, de matón o de jefe de lo que sea. Este Teniente Moe Tilden, de Asuntos Internos, implicado hasta el fondo en un asunto raro que quiere descifrar caiga quien caiga, ofrece una cara menos estereotipada del actor, que no ha debido engordar ni adelgazar ni simular otro acento. Su físico es el de él mismo. 

Los otros dos actores que componen el cuarteto estelar siguen más su propia estela interpretativa. Harvey Keitel es el teniente Ray Donlan, un corrupto que domina la vida en este pueblo y, por lo tanto, el quehacer de una parte del cuerpo de policía con el que tiene relación. Ray Liotta es un hombre atormentado, como suele, aquí porque calló cuando debió haber denunciado lo que hicieron con su compañero. Es Gary “Figgsy” Figgis, un hombre acabado, sin futuro, salvo el que pueda caber en una botella de cerveza. 

Estos cuatro hombres se mueven como en un tablero de ajedrez y coinciden en un momento concreto a raíz de que un tipo joven, policía y bastante descerebrado, Murray “Superboy” Babitch, encarnado por el actor Michael Rapaport, a la sazón sobrino de Ray Donlan, no tiene otra ocurrencia que dispararle a unos negros con los que se tropieza cuando iba una noche en coche de vuelta a su casa. El encontronazo con dos gamberros termina en tragedia cuando dispara y los mata. Hay que ocultar lo que ha pasado como sea y aquí se pone en marcha la maquinaria de corrupción que cubre como un velo la vida en un pueblo supuestamente ideal. 

La película entrecruza otras líneas argumentales en las que hay actuaciones muy notables de dos actrices interesantes. Annabella Sciorra (la madre de La mano que mece la cuna) es Liz Randone, víctima de malos tratos por parte de su marido, Joey Randone, también policía. Liz es la mujer a la que ama el sheriff y por la que arriesgó su vida. La otra mujer, en un papel más episódico, es Janeane Garofalo (La verdad sobre perros y gatos), que es aquí una jovencísima policía, Cindy Betts, que, horrorizada por lo que ve y lo que adivina, se largará y dejará atrás este pueblo y todo lo que significa. 

Cop Land es una de esas películas de argumento sencillo que trata sobre la corrupción policial sin hacerse ilusiones de sentar cátedra. El guión es sobrio y también la dirección. Los actores, aunque en algún caso nos extrañe como se ha dicho antes, están bien escogidos y componen un reparto coral ensamblado y exacto. Cierto aire melancólico acompaña las escenas del sheriff, un hombre que alguien colocó en ese puesto para poderlo manejar y que, en realidad, termina demostrando que el valor crece en cualquier sitio y en cualquier circunstancia. 

Sinopsis:
Garrison es un idílico pueblo de New Jersey en el que vive un importante núcleo de policías. El sheriff es un tipo tranquilo a quien todos parecen manejar y que no se mete en más líos de los normales. Sin embargo, la supuesta muerte del joven Superboy, que se arroja por un puente tras haber disparado a dos jóvenes por error, desencadenará una serie de acontecimientos que pondrán a prueba el valor de los hombres y su capacidad de mantener un cierto grado de dignidad al margen de manejos y corrupciones. 

Algunos detalles de interés:
La película tuvo un presupuesto de 15 millones de dólares y recaudó 45 millones. 
Todas las estrellas que participan tuvieron que bajar su caché. 
Sylvester Stallone tenía un gran interés en hacer este papel para que el que se habían barajado diversas opciones: el propio Ray Liotta, Tom Cruise, John Travolta o Tom Hanks. 
Stallone ganó 20 kilos de peso a base de comer panqueques cada día. 
De Niro y Keitel habían trabajado juntos en tres películas anteriores: Mean Streets en 1973, Taxi Driver en 1976 y Enamorarse en 1984.
James Mangold debutó como director con Heavy (1995) protagonizada por Liv Tyler, película con la que consiguió el premio del Festival de Cine de Gijón en dos categorías, así como un galardón del Sundance Film Festival. También rodó la cinta Inocencia interrumpida (1999) con Winona Ryder y Angelina Jolie, película con la cual esta última conseguiría un Óscar. En 2005 rodó otro filme de gran éxito: Walk the Line, película biográfica sobre Johnny Cash que supuso el Óscar para Reese Witherspoon. Es conocido por haber dirigido la película The Wolverine (2013) y la secuela Logan (2017), ambas pertenecientes a la saga de películas de X-Men.

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