Ir al contenido principal

"La señora Reinhardt" de Edna O´Brien


!Qué esplendorosa mujer esta señora Reinhardt del cuento de Edna O´Brien
!Qué carácter, qué visión, qué reacciones, qué retrato de una mujer en un dilema!

   Las fotografías de Nina Leen bien podrían representar a esta mujer que, enterada de que su marido, Harold Reinhardt, se ha enamorado de una joven, Rita, y pretende acabar con su matrimonio, se marcha a Bretaña para encontrar un poco de paz. El relato de su estancia en Bretaña es vertiginoso y, al tiempo, capaz de detenerse en pequeños detalles, como la insaciable lucha de las langostas de un acuario por imponerse. Como en todos los libros de Edna O´Brien hay dos elementos que luchan por convertirse en el centro de la narración: la naturaleza y todas sus manifestaciones más sensuales y el género humano, la mujer, en este caso, pero también los tres hombres que, del algún modo, la acompañan. 

El señor Reinhardt, marchante de arte, ha visto en la joven pintora una forma de huir de la rutina y del paso de los días. Quizá no quiere verse en el espejo de la madurez, en la antesala de la vejez. Por su parte, el joven americano que se aprovecha de la vulnerabilidad de ella no es sino un arquetipo de algunos hombres que viven únicamente de las mujeres débiles. Y, por último, Monsieur, el dueño del hotel, es el tipo caballeroso y tierno que, en la distancia, admira a esa mujer, a la que apenas conoce. 

   Un pequeño hotelito enclavado en la Bretaña francesa será el escenario en el que la señora Reinhardt pretenda ir olvidando el dolor que el anuncio de su marido le ha producido. Tiene así una curiosa forma de exorcizarlo. Va descubriendo que, cada día, es menor el tiempo que le dedica en sus pensamientos y que hay algunos minutos, pocos todavía, en que no lo recuerda, en que su mirada no está localizada en ese recuerdo doloroso. Se siente quizá fea, desde luego abandonada aunque, como todas las mujeres de O´Brien, trata de ser justa con el hombre y por eso reconoce sus errores aunque sea para sí misma. En realidad, es implacable con su actuación, siente que hay una enorme parte de responsabilidad en lo que ha ocurrido. Ese dejarse llevar por el día a día, ese olvidar los pequeños detalles que forman el alimento del amor, ese hijo que ya está lejos y no constituye ninguna argamasa, esa nostalgia de una hija que no ha nacido nunca...

   En medio de esta situación saltará el desaprensivo que, primero la conquista y luego la trata mal, como si ella fuera un trofeo al que no se da importancia. En esa actitud despótica hay mucho de la manipulación de los hombres malos, de los canallas. El desprecio hacia los libros que lee (D. H. Lawrence, esa bazofia que, según él, dejó de leer a los doce años), el coqueteo con la camarera delante de ella, la mala educación. La señora Reinhardt que ha sido capaz de abandonar su casa ante el desamor de su marido no se siente con fuerzas, sin embargo, para levantarse de la silla y dejar de lado a este impresentable que no significa nada y que abiertamente la maltrata. 

   Pero hay algo que hará saltar sus convicciones, que la hará recordar lo que es y lo que ha sido (una niña única criada llena de mimos, con una religión que la conforta y unos padres amantes), y ese algo es la desaparición del collar de familia que ella se ha traído consigo como forma de que su marido siga estando presente. Si no me sigue a mí, al menos que piense que tengo este collar en mis manos. Es la desaparición del collar y de lo que significa el elemento que, en el relato, representa la pérdida, la huida de lo conocido y la puerta abierta a la incertidumbre. Nunca ha tenido que defenderse sola, dice en un momento dado. 

   El final es sensato. Los finales de Edna O´Brien no pretenden lanzar fuegos artificiales ni tampoco sembrar falsas esperanzas. No generan sino la convicción de que eso es lo que hay, incluso la idea de que la vida no es tan mala como nos parece en ocasiones. Y que, como el souflée, todo lo que se eleva artificialmente acaba asentándose en la realidad. No estamos para tirar cohetes, parece decir, pero la felicidad está más en la aceptación de lo que somos que en la búsqueda de una mentira disfrazada de ensueño.



La señora Reinhardt es uno de los cuentos que forman parte del volumen "Objeto de amor" escrito por Edna O´Brien y publicado en castellano por la editorial Lumen en 2018, con traducción del inglés de Regina López Muñoz. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

39 páginas

  Algunas críticas sobre el libro de Annie Ernaux "El hombre joven" se referían a que solo tiene 39 páginas. ¿Cómo es posible que una escritora como ella no haya sido capaz de escribir más de este asunto? se preguntaban esos lectores, o lectoras, no lo sé. Lo que el libro cuenta, en ese tono que fluctúa entre lo autobiográfico y lo imaginado, aunque con pinta de ser más fidedigno que el BOE, es la aventura que vivió la propia Annie con un hombre treinta años más joven que ella, cuando ya era una escritora famosa y él un estudiante enamorado de su escritura. Los escépticos pueden decir al respecto que si no hubiera sido tan famosa y tan escritora no habría tenido nada de nada con el susodicho joven, que, además, podía ser incluso guapo y atractivo, aunque ser joven era aquí el mayor plus, lo máximo. Una mujer mayor no puede aspirar, parece decirnos la historia, a que un joven se interese de algún modo por ella si no tiene algún añadido de interés, una trayectoria, un nombre, u

La primera vez que fui feliz

  Hay fotos que te recuerdan un tiempo feliz, que abren la puerta de la nostalgia y de la dicha, que se expanden como si fueran suaves telas que abrazaran tu cuerpo. Esta es una de ellas. Podría detallar exactamente el momento en que la tomé, la compañía, la hora de la tarde, la ciudad, el sitio. Lo podría situar todo en el universo y no me equivocaría. De ese viaje recuerdo también la almohada del hotel. Nunca duermo bien fuera de mi casa y echo de menos mi almohada como si se tratara de una persona. Pero en esta ocasión, sin elegir siquiera, la almohada era perfecta, era suave, era grande, tenía el punto exacto de blandura y de firmeza. Y me hizo dormir. Por primera vez en muchas noches dormí toda la noche sin pesadillas ni sobresaltos. La almohada ayudó y ayudó el aire de serenidad que lo impregnaba todo. Ayudaron las risas, el buen rollo, la ciudad, el aire, la compañía, el momento. No hay olvido. No hay olvido para todo esto, que se coloca bien ensamblado en ese lugar del cerebro

"Baumgartner" de Paul Auster

  Ha salido un nuevo libro de Paul Auster. Algunos lectores parece que han cerrado ya su relación con él y así lo comentaban. Han leído cuatro o cinco de sus libros y luego les ha parecido que todo era repetitivo y poco interesante. Muchos autores tienen ese mismo problema. O son demasiado prolíficos o las ideas se les quedan cortas. Es muy difícil mantener una larga trayectoria a base de obras maestras. En algunos casos se pierde la cabeza completamente a la hora de darse cuenta de que no todo vale.  Pero "Baumgartner" tiene un comienzo apasionante. Tan sencillo como lo es la vida cotidiana y tan potente como sucede cuando una persona es consciente de que las cosas que antes hacía ahora le cuestan un enorme trabajo y ha de empezar a depender de otros. La vejez es una mala opción pero no la peor, parece decirnos Auster. Si llegas a viejo, verás cómo las estrellas se oscurecen, pero si no llegas, entonces te perderás tantas cosas que desearás envejecer.  La verdadera pérdida d

Siete libros para cruzar la primavera

  He aquí una muestra de siete libros, siete, que pueden convertir cualquier primavera en un paraíso de letra impresa. Siete editoriales independientes de las que a mí me gustan, buenos traductores, editores con un ojo estupendo.  Aquí están Siruela, Impedimenta, Libros del Asteroide, Hermida, Hoja de Lata, Errata Naturae, Periférica. Siete editoriales en las que he encontrado muchos libros bonitos, muchas buenas lecturas. En Errata Naturae los de Edna O'Brien con su traductora Regina López Muñoz, que está también por aquí. De Impedimenta mi querida Stella Gibbons y mi querida Penelope Fitzgerald entre otras escritoras que eran desconocidas para mí. Ah, y Edith Wharton, eterna. Los Asteroides traen a Seicho Matsumoto y eso ya me hace estar en deuda con ellos. Y los clásicos en Hermida. Y Josephine Tey completa en Hoja de Lata. Y Walter Benjamin en Periférica. Siruela es la editorial de las grandes sorpresas. 

Elegantes

  He encontrado esta foto en una red social. Me ha hecho pensar, recordar, escribir. Aparentemente solo son personas que están tomando algo en una calle de Londres, en una terraza de mesas verdes y sillas que parecen bastante incómodas. Aquí en primer plano un señor mayor. En segunda fila una pareja que está comiendo algo. Más allá otro señor. El señor mayor tiene un libro en la mano, está leyendo. En la silla de al lado hay más libros y lo que parece ser otra bolsa también llena de libros. No hay nada en la mesa, acaba de llegar o no ha pedido nada. Está absorto en la lectura. Lleva gafas de montura negra. Está concentrado absolutamente en lo que lee. La distancia nos impide ver de qué libro se trata.  El hombre mayor va muy bien vestido. Pantalón gris de raya bien planchada, una camisa clara, una chaqueta azul. Lleva calcetines azules y unos mocasines negros bien limpios. Es un hombre elegante y su elegancia no es afectada, no es cursi, no es presuntuosa, sino natural. Es elegante la

Curso de verano

  /Campus de Northwestern University/ Hay días que amanecen con el destino de hacer historia en ti. No los olvidarás por mucho tiempo que transcurra y esbozarás una sonrisa al recordarlos: son esos días que marcan el reloj con un emoticono de felicidad, con una aureola de sorpresa. He vivido mil historias en los cursos de verano. Durante algunos años era una cita obligada con los libros, la historia o el arte, y, desde luego, de todos ellos surgía algo que contar, gente de la que hablar y escenas que recordar. El ambiente parece que crea una especialísima forma de relación entre los profesores y los estudiantes, de manera que no hay quien se resista al sortilegio de una noche de verano leyendo a Shakespeare en una cama desconocida. Aquel era un curso de verano largo, con un tema que a unos apasionaba y a otros aburría, en una suerte de dualidad inconexa. Sin embargo, el plantel de profesores no estaba mal. Había alguna moderna con ínfulas, que este es un género repetido, y también uno

Slim Aarons: la vida no es siempre una piscina

  El modelo de la vida feliz en los cincuenta y sesenta del siglo pasado bien podría ser una lujosa mansión con una maravillosa piscina de agua azul. En sus orillas, hombres y mujeres vestidos elegantemente, con colores alegres y facciones hermosas, charlan, ríen y toman una copa con aire sugestivo. Esto, después del horror de las dos guerras mundiales, bien valía la pena de ser fotografiado. Así lo hizo el fotógrafo Slim Aarons (1916-2006) un testigo directo y también un protagonista entusiasta, del modo de vida de las décadas centrales del siglo XX, en el que había una acuciante necesidad de pasar página, algo que ni la guerra fría consiguió enturbiar. Como si estuviera permanentemente rodando una película y un carismático Cary Grant fuera a aparecer para ennoblecer el ambiente.  Slim nació en una familia judía de Nueva York y tuvo una infancia desastrosa. No había felicidad sino desgracias y eso se le quedó muy grabado. Luego estuvo en la segunda guerra mundial y allí cubrió momento