Cervantes, contemporáneo
La conmemoración del 400
aniversario de la muerte de Cervantes puede que haya concitado el interés de
los expertos, el público concienciado o los productores culturales, pero es
bien cierto que, salvo excepciones, no cala en el público joven ni en la población
escolar. El motivo por el cual este país desdeña a sus hijos de una forma tan
abrupta, es un secreto que no conozco.
Pero la realidad es esa: en cualquier
otro país del mundo ser la patria de Cervantes constituiría un motivo de
orgullo y todos los formatos estarían a disposición de la efemérides. Véase lo
que ocurre, por ejemplo, en el Reino Unido, con mi querida Jane Austen. Libros,
películas, cómics, nuevas adaptaciones, series de TV, merchandising en el que
hay postales, cuadros, camisetas, joyas, ceniceros, jarras de desayuno….toda
una enorme parafernalia puesta al servicio de la divulgación de su figura y su
obra.
Nada de esto ocurre con nuestro
Cervantes, que parece al común un personaje anacrónico, al que se confunde
incluso con su genial protagonista, El Quijote, y al que se imagina cabalgando
con la cabeza perdida por esos lugares de la Mancha de cuyo nombre no nos
acordaríamos aunque pudiéramos.
Y, sin embargo, la biografía de Cervantes bien
pudiera ser objeto de una serie de intriga en la televisión, de todas las
películas del mundo y de un manga, un cómic, una historieta, un
aquel…Interesantísima y llena de peripecias tipo Águila Roja por lo menos.
Quizá este extrañamiento se deba
a su vida itinerante y al hecho de que no es una sola la ciudad emblemática, la
ciudad levítica en su existencia, sino varias. Alcalá de Henares, Madrid,
Valladolid, Sevilla. Incluso había que anotar en esta relación Orán, donde las
cosas no fueron precisamente dulces.
Aunque Cervantes conoció el amargo sabor de
la derrota en cuantas ocasiones quiso el destino ponerlo a prueba. Resulta, por
eso, un personaje contemporáneo en su andadura y sus pretensiones. La
contemporaneidad de Cervantes reside en que no es un vencedor, sino un perdedor
escéptico y aun así lleno de imaginación desbordante y de talento propio. Por eso resulta tan raro que nos parezca alguien lejano. Sus preocupaciones fueron las nuestras. Llevar una vida digna, con suficiente acomodo económico y en la que pudiera desarrollar sus inquietudes. Su polifacetismo también es una seña de identidad contemporánea: funcionario, militar, literato. También tuvo su corazoncito y en él reinó un nombre de mujer: Catalina.
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