La niña no quería dormirse. Luchaba una
vez y otra contra el sueño. El sueño era silencioso y oscuro así que la niña
prefería la claridad del día, las horas tiernas de la siesta, las mañanas
resplandecientes, los ratos de sol y de charla…La niña esperaba la noche para
no dormirse. Entonces inventaba una retahíla de canciones, de dichos y
refranes, de oraciones antiguas aprendidas junto a la lumbre. La niña recitaba
sus oraciones y hacía sus preguntas en medio de la oscuridad, cuando todos los
ojos estaban cerrados, todas las puertas entornadas, todos los cuerpos cansados
y dispuestos a aguardar la llegada de otro día.
Entonces ella comenzaba su hilera de
palabras repetidas:
…buenas noches…
…hasta mañana si Dios…quiere
…que sueñes con los…angelitos
…ya estoy dormida
…y ya no hablo más
Así, un día y otro, una noche y la
siguiente, de manera que se abría el telón cuando los cuerpos iban a quedarse
aletargados, esperando el nuevo día. La niña así, comenzaba su función
interminable. Durante años, todos los habitantes de la casa oyeron sus
preguntas, su oración y su final, siempre el mismo, aunque no llegara a
cumplirse:
---y ya no hablo más
A veces, en las horas de los juegos, la
niña practicaba con las palabras. Esa dificultad para pronunciar la erre se
convirtió en un juego. Las palabras se amontonaban y formaban canciones,
cuentos, historias… en las que la erre era un estorbo, un salto en el vacío que
había que superar. La erre llegó con el tiempo y la insistencia de la niña tuvo
éxito. Tanta cabezonería no podía presagiar nada malo.
La niña tenía una larga melena, dorada
con el sol y más oscura cuando la lluvia acechaba los campos. Paseaba la melena
por entre el jardín, en la huerta, entre la hierba y cerca de las verjas. Una
melena ondulante que se transformaba y se anudaba en trenzas, en coletas, en
lazos, en mil y una formas diferentes que la niña movía sin descanso,
convirtiendo en un juego más esa forma de movimiento, en consonancia con los
juegos, las risas y la charla de la niña: palabras, siempre las palabras,
palabras en todas las cosas y momentos.
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