Tus libros





A Sebastiana Benítez Galvín, mi madre

Pocas cosas tan tuyas como esos libros que elegiste o que fuiste guardando amorosamente después de que alguien, que sabía que te gustaba leer, te los regaló. Libros que colocas en estanterías de madera, sencillas, sin adornos apenas, porque los libros en sí mismos ya eran suficiente adorno, son suficiente adorno todavía. Tus libros tienen el sello de las horas que pasaste entre ellos, ensimismada en la lectura, robándole tiempo a otras cosas por hacer, menos entretenidas y fantásticas. Siempre soñaste con ser la heroína de alguno de ellos, tenías, tienes, alma de heroína, de protagonista de película, de personaje de libro. Mucha gente no entendía esa afición porque en tu tiempo de juventud los libros eran un lujo y era difícil descubrirlos. No sabemos dónde estuvo el arranque primero de esa afición, quizá en tus propios hijos, algunos de ellos lectores empedernidos.

Pocas cosas tan tuyas como esa estantería de madera repleta de libros con títulos dispares, con un gusto tan ecléctico que parece haber sido producto de varias personas: novelas románticas, clásicos, aventuras, policíacas, libros de juicios y de crímenes, best-sellers y obras pequeñas, casi desconocidas...un poco de todo en ese batiburrillo ordenado de tus libros.
Ahora parecen más solos.

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