La naturaleza humana es la misma en todas partes
Agatha, mi querida Agatha... cuántas horas he pasado leyendo tus libros en cualquier parte, en cualquier sitio. En los rincones de mi casa, en las azoteas, en la puerta de la calle, en un escalón de la escalera que subía a la azotea, en una silla de la cocina, en las estaciones de tren, en un café de una ciudad cualquiera. En todas mis aventuras de adolescencia y de juventud me has acompañado, querida, queridísima Agatha, tú y tus personajes. Recuerdo tus tramas, tus historias, tus desenlaces, tus crímenes, sí, tus crímenes, y a tus detectives. Yo era más de Poirot y el paso del tiempo me ha ido haciendo de Marple. Ella es la autora de la frase que encabeza este post: la naturaleza humana es la misma en todas partes. Su desconfianza de la gente, que era la tuya, que era la de Poirot, es la de la gente con sentido común. También la de Jane Austen. Ahora es la mía. Lo debí aprender directamente de tus libros, pero era ingenua y pensaba que la gente era, en general, buena. Ahora sé, a fuerza de traiciones y de envidias, que es lo contrario, que hay una gran mayoría de villanos y notables excepciones de buena gente. A mi alrededor he tenido alguna gente muy buena, alguna queda, pero la mayor parte responden a tu escepticismo. Me han traicionado y seguramente continúan haciéndolo. Ese es el castigo a alguien como yo, que se resiste a descreer.
No es que guarde rencores, ni que recuerde cada día las cosas malas del devenir, más bien suelo olvidar las fechorías y me cuesta ponerme en las sensaciones de entonces, por eso sigo metiendo la pata a modo y sigo portándome bien con todos, incluidos los que no lo merecen. Es marca de la casa. Eran así mis padres, era así mi compañero de vida, somos así en esta parte de la familia. La vida está cuajada de traiciones, yo las he tenido de todos los tamaños, algunas enormes. Quizá la más grande sucedió cuando tenía poder, cuando dirigía un instituto enorme y la traición la protagonizaron aquellos que estaban más cerca y a los que más había favorecido. Eran mala gente. Porque la naturaleza humana es la misma en todas partes. Es decir, en todas partes cuecen habas. Y no está bien dudar de todo pero tampoco aceptar a todos. Creo que no cambiaré, seguiré equivocándome. Tomándole a la gente un cariño que no merece. Cada día me pasan situaciones que lo demuestran. Querida Marple, qué poco caso te he hecho siempre!
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