Jane Austen no era una víctima
El victimismo es un peligro en el que puede caerse a la hora de reivindicar el papel de las mujeres. Y suele dar mal resultado. Jane Austen no era ninguna víctima. Por mucho que se la haya pintado en rosa, su vida no fue fácil. Como sucede en prácticamente todas las biografías de los seres humanos, en su corto itinerario hubo de todo. En ese "todo" entran elementos de la sociedad en que vivió y otros estrictamente particulares. Caer enferma y morir joven fue una mala suerte. Tener talento literario, una lotería. Nacer en una buena familia es una circunstancia afortunada, pero si nos fijamos en los matices ya las cosas no nos agradan tanto. Un hermano enfermo desde niño, una madre de carácter difícil y rasgos de hipocondría, escasos recursos económicos, dependencia de sus hermanos y antes de su padre, pérdida de la ilusión amorosa, tristeza por la pérdida del prometido de su querida hermana, la muerte prematura de su prima Eliza, no tener casa propia y vivir de prestado. Todo eso forma parte del mosaico de su vida. Y todavía podríamos añadir más circunstancias adversas o, al menos, no favorables, algunas personales y otras en su vida de escritora. Los problemas para publicar, los editores que no la trataron bien, convertirse en una solterona destinada a cuidar de padres y sobrinos, la pérdida de amigas muy queridas como Anna Lefroy. Sin embargo, en sus obras no nos deja quedarnos con el desconsuelo sino que destacan los momentos de brillante esperanza, la misma que sentía sin duda cuando se iban publicando sus libros, aunque fueran tiempos cortos y efímeros. Es esa alegría, esa distancia de lo trágico, ese punto de vista humorístico y lleno de ingenio y viveza, los atributos que la alejan del victimismo propio de quienes se quejan, y con razón, de la preterición femenina. Pero Jane Austen da un paso más y nos muestra cómo la Imaginación y la Verdad, sus dos grandes armas narrativas, son capaces de crear mundos confortables en los que los lectores tenemos un resguardo seguro ante las cuitas de la vida.
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