Paseo con Jane Austen por Greenwich Village




A Jane Austen le gustaría Greenwich Village. Como a mí. Las dos somos contraculturales. Aunque quizá a simple vista no lo parezca en su caso. En el mío es evidente. Sobre todo ahora, cuando la cultura dominante es un auténtico mamarracho, una pelmada de aúpa. Pero también antes, cualquiera se daría cuenta si se fijara. Jane y yo paseamos por el Village, como nos gusta llamarlo. Y allí nos paramos delante de las casas de colores con escaleras, jardincitos, ventanas en buhardilla y árboles torcidos. En un montón de sitios alguien ha dejado una bicicleta y permanece a la espera sin que ningún caco venga a llevársela. Eso es una gran suerte. La pizarra en algunas tejados nos lleva hasta Francia y las ramas de los árboles se balancean con el viento de verano o el de invierno. Da lo mismo. Me gusta el Village y a Jane también. 


Es un sueño esa avenida con árboles, árboles que se encuentran entre sí de un lado a otro de la calle y que parecen saludarte. Alguien bajará rápidamente de la casa y se irá a trabajar sobre unos altísimos tacones. Y alguien subirá la misma escalera para llegar a casa con unos donuts y un café de Starbucks. Eso es también el Village pese a todo. Quizá alguna ventana abierta deje entrever, al mediodía, una canción terrible, que nos amenaza, una especie de balada imposible que podía cantar Hugh Jackman en la performance habitual de los Oscars. O no. Puede que Pablo López y sus zapatos se cuele por allí. Hay milagros que crecen en todas partes. 


Los días cambian mucho. Son distintos uno y otro. Ayer era un día feliz y hoy es un día tristón, cansino, lleno de nostalgias. La nostalgia es un peñazo. No hacen falta nostalgias sino recuerdos. No hace falta memoria, sino nostalgia. Alguien debería convertir todo esto en un poema. Mientras tanto, espero que mi libro sobre Jane, el segundo que se edita, vea la luz y se me hace el tiempo larguísimo porque cuento muchas cosas sobre ella y sus hombres y nadie parece advertirlo. ¿Quién lo leerá? ¿Quién entenderá lo que hay detrás de las palabras o delante de ellas? Me he cansado de hablar de los demás y solo quiero hablar de lo que dice Jane y de mí misma. Es un círculo de palabras que no acaba nunca. La gente es muy egoísta y solo me importa de ellas esos que parecen abrazarte a cada paso. 

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