Loquitas


 /Foto: Archivo personal/

Durante un tiempo anduve cerca de estas dos loquitas. La vida te lleva y te trae y el contacto con los hermanos siempre es muy variable. Pero hubo años en los que las dos loquitas y yo compartíamos cosas que merecen la pena. Por ejemplo, las noches de los Oscar, ataviadas con pijamas de primavera, mantitas de colores, mucha Coca Cola y chucherías para comer durante toda la noche. La cinefilia es una enfermedad que no tiene cura. Las dos tienen buenas manos para la escritura y sus historias y sus diarios tienen el encanto de la espontaneidad y de la gracia. Además, incluso son capaces de convertir un problema en una oportunidad y no les faltaban rizos para que la foto estuviera completa, unas navidades, un tiempo a la espera. 

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