Meryl Streep cumplirá en junio próximo los 75 años y pocas veces puede encontrarse un caso tan definitivo de artista bendecido por el público y la crítica. Y no es un regalo, sino algo merecido porque Meryl es, seguramente, la mejor actriz de los últimos cincuenta años y entre sus interpretaciones hay verdaderas joyas. No siempre, sin embargo, el valor asegura el reconocimiento, pero en su caso la suerte se ha aliado con ella y a estas alturas de su vida está recibiendo los premios que merece, el aplauso y el cariño que merece, el agradecimiento, la calidez del público y de la crítica. Debe ser reconfortante y seguro que ella lo agradece a su vez. Estuvo en Oviedo el año pasado para recibir el Princesa de Asturias y resultó encantadora a todos y nada de impostura sino naturalidad a raudales. Ese es también su secreto para actuar tan convincentemente. Tiene un extraño atractivo que se basa en una belleza sencilla, en una mirada espectacular y en un estilo personal y muy lleno de sí misma. Hace lo que quiere con su atuendo y es capaz de resultar la más elegante y la más barriobajera. Llena la pantalla y resulta creíble. Sufrimos y reímos con ella, cantamos con ella y, a pesar de que se lleva a los chicos más guapos, se lo perdonamos todo. Lo mejor es que su larga trayectoria no la ha conducido al olvido o la precariedad artística, que su vida en el cine está teniendo las recompensas que un gran artista debería siempre tener, y que sus 75 años están plagados de abrazos, besos, amigos, contratos, viajes, premios y homenajes. Nadie debería trabajar toda su vida de una forma tan espectacular, elegante y certera sin recibir todas estas compensaciones. Es muy triste pasar sin pena ni gloria por la vida cuando te has entregado en cuerpo y alma. Felicidades, Meryl. Y, pronto, a La Croissette, que Cannes también va a rendirse a tus pies.
Esta recién salida Antología poética de la copla flamenca lleva un subtítulo que expresa perfectamente una de sus virtualidades. La antología se concibe como una aproximación al flamenco a través de sus letras. Sabido es que la literatura flamenca es una de las formas, inseparables de las demás, que conduce al conocimiento del flamenco. Por lo tanto, el objetivo de la antología tiene mucho sentido a la hora de conocer, e incluso, de aprender flamenco. Dos son, pues, los grandes objetivos que la obra plantea: 1. Su manejo por parte de los aficionados al flamenco, que encuentran aquí una recopilación actualizada del soporte literario del cante 2. Su uso con estudiantes de flamenco, sean alumnos en edad escolar, universitarios o personas interesadas en el tema En esta entrada me referiré exclusivamente a su empleo como instrumento auxiliar para la enseñanza del flamenco entre estudiantes, sobre todo para aquellos que empiezan a transitar por este campo, como sucede con los estudiantes
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