Ir al contenido principal

Cuando enseñar flamenco era revolucionario

 


(Antonio Mesa, in memoriam)


Esta es una foto con historia. La he recordado estos días, al enterarme del fallecimiento de Manolo Calero, el excelente cantaor y gran persona.

Ahí estamos, marzo de 1993, yo embarazada de siete meses y medio. Bien rodeada de buena gente, de artistas. Si te fijas, el primero de la izquierda es, precisamente, Manolo Calero, Manuel Calero de Tokio como le llamaban en Japón según nos contaba en divertida anécdota. A su lado, el maestro Manuel Mairena, con su gesto amable y circunspecto, callado pero siempre en genio. Al otro lado, Marcelo Sousa, bonhomía y conocimiento cantaor, voz de trueno, y luego un jovencísimo (éramos todos tan jóvenes...) Antonio Carrión, aquí despuntando ya como un guitarrista de extraordinaria factura. Y José Parrondo, otro cantaor de categoría, creador e innovador desde el mairenismo. Entre ellos dos estaba Antonio Mesa, la persona que había ideado toda esa convulsión del flamenco que supusieron los cursos de formación.
Digo bien, convulsión. Muchos criticaron estos cursos, alegando que el flamenco no se podía aprender fuera del hogar familiar, ridiculizando lo que llamaban "flamenco de libro", machacando desde sus tribunas lo que se estaba haciendo en las escuelas. Convulsión, eso fue. Hoy parece tan lógico y tan necesario que cuesta creer que aquella lucha fuera tan ardua. Pero lo fue.
Hicimos historia en esa foto y en esos años en los que el flamenco tuvo su sitio en la formación de los profesores. Como tantas veces en la vida fueron otras personas, entonces muy secundarias o ausentes, las que se aprovecharon de esta idea pionera y de esta iniciativa tan de vanguardia, y por eso hoy nadie tiene recuerdo de aquello y de aquellos cuando se organizan cosas en las universidades o en los distintos organismos. La vida es así.
Pero la foto es testigo de un ardoroso entusiasmo que nos unió durante años a cantaores, bailaores, guitarristas, estudiosos, en un empeño común que concitó el interés de cientos y cientos de maestros y profesores. Quizá en ellos sí perviva la memoria de estos extraordinarios días.


Manuel Calero y Manuel Mairena, ambos en la foto conmigo, no solo actuaron dentro de estos cursos sino que eran asiduos asistentes. A los dos les gustaba compartir luego un rato de charla y también atender las preguntas de los profesores y los maestros que acudían a las sesiones. Había un auténtico interés por escucharlos y la asistencia era tan numerosa que hubo que habilitar grandes espacios para realizarlos, como las casas de la cultura de Castilleja o San Juan, o el salón de plenos del ayuntamiento de Mairena del Aljarafe, por ejemplo. Los profesores y los maestros pertenecían al Centro de Profesores de Pilas o al de Castilleja de la Cuesta, el llamado CEP Cornisa del Aljarafe.


Ellos son una muestra de la convivencia que se producía en esas sesiones, donde el silencio absoluto para escuchar a los artistas se combinaba con el buen ambiente de camaradería para atender sus anécdotas. La nómina de los artistas era tan impresionante que bastan unos nombres para demostrarlo, aparte de los que aquí aparecen: José Mercé, Moraíto Chico, Carmen Linares, Miguel Ángel Cortés, Diego Clavel, Luis de Córdoba, Mariana Cornejo, Chano Lobato, José de la Tomasa, Miguel Vargas, Tina Pavón, Emilia Jandra, Manolo Sanlúcar (que dio una masterclass sobre guitarra flamenca), Pansequito, Aurora Vargas, El Mistela, Ana Parrilla, y muchos más que hoy no tengo capacidad de recordar en estas palabras que han surgido espontáneamente.


Y si la galería de artistas era de tal enjundia no se quedaba atrás la de los ponentes y conferenciantes, gente que sabía de flamenco y que amaba el flamenco. Por cierto que algunos que pretendían aparecer aquí, después de criticar duramente la iniciativa y el trabajo que se realizaba, se quedaron con dos palmos de narices. No queríamos fariseos sino calidad. Por eso contamos con Félix Grande, Génesis García, Antonio Murciano, José Cenizo, Manuel Herrera Rodas, Antonio Rincón, Agustín Gómez, y otros muchos.

El tiempo ha pasado. Pero la iniciativa está ahí. En la memoria de los participantes y de los asistentes. Que es donde se guardan las mejores cosas de la vida. Está en los libros que se editaron y está en las escuelas, institutos y estudiantes que recibieron el caudal de conocimiento que se derivaba de este entusiasmo. Lo demás es literatura.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Si hay prisa, no hay literatura

*Lucia Berlin, escritora, 1936-2004 *********** Lo contaba en una entrevista grabada en el escritor recién fallecido Paul Auster. Tras ocho horas de trabajo diario, como si fuera un obrero de la literatura, se daba por satisfecho si alguna vez de forma extraordinaria conseguía tener tres páginas terminadas. Lo normal es acabar una sola página y en circunstancias buenas quizás dos. Y nos cuenta su método. Un párrafo que se escribe y se reforma una y otra vez, continuamente, se escribe, se reescribe, se corrige, se vuelve a escribir. Hasta que, nos dice, quede suave, limpio, armónico, como si de ese fragmento surgiera música, rítmico, a compás diríamos nosotros. Ese cuidado en la escritura, esa placidez a la hora de escoger las palabras, es una de las grandes cimas de la creación y cuando se logra, cuando una es capaz de olvidarse la prisa, la inmediatez, la necesidad urgente de decir algo, cuando puedes sentir el sosiego de escribir despacio, de buscar despacio en tu mente las palabras

La hora de las palabras

 Hay un tiempo de silencio y un tiempo de sonidos; un tiempo de luz y otro de oscuridad; hay un tiempo de risas y otro tiempo de amargura; hay un tiempo de miradas y otro de palabras. La hora de las miradas siempre lleva consigo un algo nostálgico, y esa nostalgia es de la peor especie, la peor clase de nostalgia que puedes imaginar, la de los imposibles. Puedes recordar con deseo de volver un lugar en el que fuiste feliz, puedes volver incluso. Pero la nostalgia de aquellos momentos siempre será un cauce insatisfecho, pues nada de lo que ha sido va a volver a repetirse. Así que la claridad de las palabras es la única que tiene efectos duraderos. Quizá no eres capaz de volver a sentirte como entonces pero sí de escribirlo y convertirlo en un frontispicio lleno de palabras que hieren. Al fin, de aquel verano sin palabras, de aquel tiempo sin libros, sin cuadernos, sin frases en el ordenador, sin apuntes, sin notas, sin bolígrafos o cuadernos, sin discursos, sin elegías, sin églogas, sin

La primavera es una cesta llena de libros

 /Foto C.L.B. Archivo personal/ Una de mis viejas amigas (viejas porque son de toda la vida) tiene siempre a flor de piel el deseo de encontrar un lugar tranquilo donde sentarse a leer y a tomarse una taza de té. Creo que lo del té es reminiscencia de nuestras lecturas inglesas, porque todas nosotras, ineludiblemente y sin razón alguna, tenemos en esa literatura una referencia constante. No solo hemos leído muchos libros de autores ingleses y estadounidenses sino que los comentamos y nos intercambiamos exclamaciones, interrogaciones y toda suerte de signos estrambóticos. Sentarse en un lugar tranquilo, a resguardo de los vientos y del sol inclemente, mientras el té se va enfriando y tú estás inmersa totalmente en el libro, es un sueño que ella expresa cada vez que se le pregunta qué desearía hacer en ese mismo instante. Y, tanto lo repite, que todas las demás pensamos que, en realidad, ella es una de esas muchachas de la campiña que viven en casas solariegas o en pequeños cottages y qu

Siete mujeres y una cámara

  La maestra de todas ellas y la que trajo la modernidad a la escritura fue Jane Austen. La frescura de sus personajes puede trasladarse a cualquier época, de modo que no se puede considerar antigua ni pasada de moda, todo lo contrario. Cronológicamente le sigue Edith Wharton pero entre las dos hay casi un siglo de diferencia y en un siglo puede pasar de todo. Austen fue una maestra con una obra escasa y Wharton cogió el bastón de la maestra y llevó a cabo una obra densa, larga y variada. Veinte años después nació Virginia Woolf y aquí no solo se reverdece la maestría sino que, en cierto modo, hay una vuelta de tuerca porque reflexionó sobre la escritura, sobre las mujeres que escriben y lo dejó por escrito, lo que no quiere decir que Edith y Jane no tuvieran ya claros algunos de esos postulados que Virginia convierte en casi leyes. Ocho años más tarde que Virginia nació Agatha Christie y aunque su obra no tiene nada que ver con las anteriores dio un salto enorme en lo que a considerac

Rocío

  Tiene la belleza veneciana de las mujeres de Eugene de Blaas y el aire cosmopolita de una chica de barrio. Cuando recorríamos las aulas de la universidad había siempre una chispa a punto de saltar que nos obligaba a reír y, a veces, también a llorar. Penas y alegrías suelen darse la mano en la juventud y las dos conocíamos su eco, su sabor, su sonido. Visitábamos las galerías de arte cuando había inauguración y canapés y conocíamos a los pintores por su estilo, como expertas en libros del laboratorio y como visitantes asiduas de una Roma desconocida. En esos años, todos los días parecían primavera y ella jugaba con el viento como una odalisca, como si no hubiera nada más que los juegos del amor que a las dos nos estaban cercando. La historia tenía significados que nadie más que nosotras conocía y también la poesía y la música. El flamenco era su santo y seña y fue el punto culminante de nuestro encuentro. Ella lo traía de familia y yo de vocación. Y ese aire no nos abandona desde ent

La suerte de Meryl Streep

Meryl Streep cumplirá en junio próximo los 75 años y pocas veces puede encontrarse un caso tan definitivo de artista bendecido por el público y la crítica. Y no es un regalo, sino algo merecido porque Meryl es, seguramente, la mejor actriz de los últimos cincuenta años y entre sus interpretaciones hay verdaderas joyas. No siempre, sin embargo, el valor asegura el reconocimiento, pero en su caso la suerte se ha aliado con ella y a estas alturas de su vida está recibiendo los premios que merece, el aplauso y el cariño que merece, el agradecimiento, la calidez del público y de la crítica. Debe ser reconfortante y seguro que ella lo agradece a su vez. Estuvo en Oviedo el año pasado para recibir el Princesa de Asturias y resultó encantadora a todos y nada de impostura sino naturalidad a raudales. Ese es también su secreto para actuar tan convincentemente. Tiene un extraño atractivo que se basa en una belleza sencilla, en una mirada espectacular y en un estilo personal y muy lleno de sí mism

Marylebone Village, la Triana de Londres

  Existe un barrio en Londres que condensa lo mejor de Inglaterra pero que parece un pueblo en sí mismo, algo diferente al resto, un reducto único y original. Es Marylebone. Marylebone Village es, para mí, la Triana de Londres. En él se condensa lo mejor de lo londinense y lo más especial de este enclave lleno de historia, de arquitectura y de tiendas de todas clases, por supuesto, de una gastronomía muy especial. Algo así le sucede a Triana, cada cual en lo suyo.  El caserío de la época georgiana se mantiene intacto, con sus características casas de tres plantas con bajos llenos de comercios y mucho verde. El rojo del ladrillo se une a remates fantasiosos a modo de cornisas, torreones, cresterías, todo un mundo fantástico que recuerda la alegría de aquella época. Si paseas por allí vas a encontrarte toda clase de establecimientos y una cierta tranquilidad diferente al barullo de otras grandes avenidas. Como si hubieras recalado en un universo diferente. No es silencio, es el remanso d