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"Mejillones para cenar" de Birgit Vanderbeke

 


Mejillones para cenar. Birgit Vanderbeke

Ediciones Invisibles. Colección Pequeños Placeres. 2022

Traducción de Marisa Presas

La autora había nacido en la Alemania Oriental en 1956 y se marchó con su familia a la zona Occidental. Desde 1993 vivió en el sur de Francia hasta su muerte, en un pueblecito cercano a Aviñón. Esta es su primera novela y la que más éxito ha tenido. En español, aparte de este libro, solo se han publicado otros dos por parte de la editorial Salamandra (Aberta tiene un amante, Tiempos de paz). Escribió más libros pero no tuvo suerte en su publicación y, sobre todo sus últimos años, solo publicó de modo irregular. Es una de esas autoras casi desconocidas que las editoriales independientes como Invisibles sacan a la luz y generan entusiasmo entre sus nuevos lectores. 

La historia que aquí se cuenta transcurre en una sola noche. La familia (madre, hijo, hija) está esperando la llegada del padre que viene de viaje y con buenas noticias. Ha ascendido de puesto y hay una cena especial que la madre prepara, no sin esfuerzo, porque los mejillones, como ella misma dirá, son muy trabajosos de preparar. Desde las seis de la tarde hasta bien entrada la noche, la familia espera la llegada del padre y mientras tanto los tres hablan de sus vidas, piensan sobre sus vidas y ese retrato familiar va desfilando delante de nuestros ojos con nitidez. El desenlace es tan curioso como inesperado. O quizá no. 

Lo que más llama la atención de este pequeño libro, de esta novela corta (me entusiasman las novelas cortas, son capaces de elevar la tensión lectora hasta el máximo, mucho más que un mamotreto), es su estilo. Birgit Vanderbeke se ha sentado delante de nosotros y nos está relatando, con corrección pero con la tranquilidad de un buen coloquio, y por medio de la voz de uno de los personajes, la hija, lo que está pasando in situ y lo que sucede en ese telón de fondo que es la vida de estas cuatro personas, la madre, el padre, el hijo, la hija, en una sociedad bastante peculiar en la que las normas lo son todo y ser una buena familia y hacer las cosas como se debe es el santo y seña. 

El texto no tiene capítulos ni epígrafes ni descanso. Tampoco puntos y aparte. No hay alivio en la narración. Esta se presenta íntegra, de golpe y sin tregua. El pensamiento no tiene  tregua a veces. La acción tampoco. Aquí se mezclan ambos, pensamiento y acción, en un todo irresoluble, de una forma imposible de separar. El retrato familiar se va completando poco a poco y, aunque al principio solo vemos una cocina y tres personas, cuando el libro termina hemos avanzado hasta conocer el mosaico completo, cuyas teselas se han ido componiendo al mismo ritmo que la hija nos cuenta y se cuenta a sí misma lo que está sucediendo y lo que ha sucedido sobre todo. 

Espero que la editorial Invisibles publique más obra de Vanderbeke. Y si es posible con la misma traductora. No debe haber sido fácil esta traducción pero el resultado es armónico y equilibrado, sin que nada resulte ni trillado ni fuera de lugar. Merece la pena conocer este libro y conocer a su autora, una de esas mujeres que escriben y que están en un desván del conocimiento por lo que acceder a ellas es pura casualidad. Y esto es injusto. Muy injusto. La creación debe ser siempre recompensada con la atención. 

Galería de fotos de la autora y sus maravillosos ojos azules:





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