Ibáñez, el maestro

 


Es la hora de la siesta y debería sentarme a leer un rato pero ha saltado la noticia en Twitter y ya no puedo dejar de pensar en estas estanterías que están por aquí cerca en las que se encuentran sus tebeos, encuadernados en rojo algunos, otros en blanco, otros en forma de pequeño libro de pasta dura o de pasta blanda. Todos los mortadelos nos rodean. Son un ejército de risas. Los libros de Ibáñez, sus personajes, sus historias, me evocan la infancia. La mía, la de mis hermanos, la de mi hijo. Los libros de Ibáñez traen a la mano todas las infancias. Así que si las unimos, si todas esas infancias nuestras y ajenas se unen, entonces Ibáñez fue el mago que consiguió el gran milagro de la unanimidad. Somos unánimemente ibañistas y eso no tiene remedio. La edad no lo mitiga, ni mejora, ni acaba. Por siempre, Ibáñez. 

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