Inocencia

 


No hay mayor inocencia de la que sostienes cuando todavía vistes una blusa que te ha cosido tu madre. Has mirado en la revista de modas, has ido a comprar un retal en la tienda de tejidos de siempre, has elegido un modelo y te has imaginado a ti misma en medio de todo, fulgurando a la luz de las estrellas, sembrando dicha bajo el sol. Recuerdas la sudadera rosa, recuerdas la cazadora blanca, recuerdas los pendientes de mercadillo, los recuerdas. Recordar es un lujo que la vida te ofrece. Y tu mirada…¿Qué miras? ¿Cuál es la gran pregunta? Hoy no sé lo que piensas. Se nota en la forma en que miras a un punto indeterminado, no se sabe a quién, no se puede descubrir el motivo de esos ojos, de esa especie de tristeza mínima, de esa sonrisa sin definir. Cuando la sonrisa falta, hay algo que parece perderse y quizá entonces ya adivinabas algo, ya sabías que las cosas no tenían futuro. En un fondo indeterminado, que no reconoces con el paso del tiempo, ella parece preguntarse todo y no hallar respuesta alguna. Será así durante muchos años y tal vez para siempre. Es una cualidad de quien se interroga sin esperanza, de quien no ha sido capaz de dar con la solución al gran puzzle que la vida ofrece sin que se lo pidas. 


(Foto: Manuel Litrán. Sevilla)


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