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De baile en Basingstoke

 



Hoy es posible ir de Steventon a Basingstoke en catorce minutos en coche. En la época de Jane Austen Basingstoke era el centro comercial y cultural de referencia. Allí acudían los habitantes de Steventon y también de Deane, donde estaba la otra rectoría del padre de Jane, para comprar, resolver asuntos y para el ocio, sobre todo, para los bailes. Un baile era el centro de la vida social de la época y prepararlo requería esfuerzo y organización. Había que ver el medio de locomoción para llegar allí, es decir, el carruaje que se utilizaría. También las personas que acudirían, los vestidos y adornos, los zapatos, el horario. 

Basingstoke forma parte del distrito Basingstoke and Deane, está situado en el valle del río Loddon y pertenece a Hampshire, cuyo capital del condado es Winchester. En la catedral de esta última ciudad está enterrada la escritora. Steventon es hoy un pequeño pueblo de unos trescientos habitantes, al noroeste de Basingstoke, que es una ciudad grande, con más de ochenta mil y cercana a Londres, unos setenta kilómetros al sur. 






Los bailes, además de una función de ocio y de entretenimiento, tenían una gran función social. En los bailes se conocían los jóvenes de forma oficial y, a partir de ahí, podían surgir los compromisos matrimoniales. Bailar con un joven abría la puerta al conocimiento y quién sabe si al entendimiento. Y ya sabemos que había que casarse y que ese matrimonio era un seguro de vida para las mujeres y para toda la familia en general. Las hermanas Austen, Cassandra y Jane, asistieron a bailes como chicas solteras durante unos años. En esos años trataron a distintos jóvenes y tuvieron las mismas cuitas que otras muchachas de situación parecida: una familia de la gentry, honorable y respetada, aunque con poco dinero y con una necesidad apremiante de controlar los gastos. Ambas hermanas eran muy sensatas y sabían que deberían aprovechar los vestidos de unos años a otros, que los adornos del pelo, sombreros, diademas, tocados, tenían que reformarse para aprovecharlos todo lo posible, sin que resultaran indecorosos o de mal gusto. Las hermanas hablaban de estos temas con frecuencia, pero lo hacían no por coquetería o no solo por coquetería, sino porque les preocupaba la forma de sostener esos gastos en el entorno familiar que tenían en su juventud, con sus hermanos por situarse todavía, cada uno de ellos con su propia familia a la que mantener y unos padres que no podían tirar el dinero alegremente. Los bailes cumplían también la misión de entretener a los que no acudían, porque su relato pasaba a las largas cartas que se escribían a modo de boletines informativos. Las muchachas solteras estaban obligadas a informar a toda la familia de lo que sucedía en los contornos, en las casas propias, en la familia, en los vecinos y conocidos. Las cartas eran el testimonio actualizado de enfermedades, nacimientos, muertes, avances económicos, trabajos, problemas de todo tipo. Por cierto que la economía estaba muy presente en sus vidas y se detallaba mucho en las cartas, ya que había que cuidar el gasto. Eso mismo puede verse en las novelas de Jane Austen donde el gasto, las rentas, las asignaciones a las mujeres, las dotes, todo ello es un elemento fundamental de la vida de las personas. 

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