¿A quién le importa Jane Austen?

 


"El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos". Ilsa Lund y Rick Blaine lo dijeron antes. El cine siempre avisa, siempre es una predicción que termina por cumplirse. Y que puede aplicarse a muchas situaciones. Por eso vivimos en modo cine tantas veces. Las imágenes y, sobre todo, las frases, tienen la versatilidad de los axiomas. Esto es así porque lo dijeron Bogart y Bergman. Punto. 

Estos días el país, el nuestro, que no es todo el mundo pero es nuestro mundo, anda de cabeza. Elecciones, resultados, votaciones, adelanto electoral, consecuencias, pactos, pitos y palmas. La vida cotidiana se alfombra de estos temas a través de la televisión, internet, la radio y la prensa escrita. Cada cual a su modo tiene una idea de lo que sucede y, sobre todo, de su posición al respecto. La gente normal, que somos casi todos, no pinta nada. Aunque nos cueste reconocerlo. No vamos a elegir aunque lo parezca a la pareja de baila, ni vamos a bailar a nuestro son, es así y así hay que entenderlo. Y, sin embargo, el trasiego, el murmullo, el griterío, la necesidad, la vida, no nos deja sentarnos a nuestra sombra y vivir nuestra cotidianeidad. Porque ya no existen ermitaños y hay que comer todos los días. 


En este gigantesco vaivén cada uno de nosotros  ha de entenderse. Ha de buscarse una fórmula que sea capaz de proteger y de cubrir lo que nos quede. No todo el mundo se hace consciente de esa desprotección, de esa falta de sentido de lo que nos arrastra. Pero hay quien nota el desasosiego de las cosas impuestas, de una existencia que se abre de par en par y no tiene reposo, ni tranquilidad, ni vuelta atrás. Los problemas de cada uno son gotas de agua en el mar para este mundo grandioso que apabulla, pero esos problemas son, en realidad, lo que tenemos, lo más cercano, lo más nuestro, lo más auténtico. No hay forma de que el viejo escándalo de lo grande tape lo pequeño. 


No tenemos otra cosa que hacer y podemos consolarnos con que lo que hagamos no tendrá demasiada trascendencia. Puedes dedicarte a leer con total tranquilidad, leer lo que quieras y llegar al fondo de todos los libros, sin que eso signifique nada en el concierto de las naciones, usando una expresión importada de la alta política. La alta política pretende fastidiarnos de algún modo, nos enseña su peor cara siempre y podía resumirse en vídeos de primera. Pero hay un amanecer de flores que nadie detiene y que a cada cual le afecta a su modo. Tenemos tantas penas entre manos que no somos capaces de albergar ni media pena más. Podía haberlo escrito Jane Austen y quizá lo eso aunque no haya llegado hasta nosotros. 

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