Quien no tiene padrinos...
(Foto Vivian Maier)
La sabia madre de una querida amiga tenía este refrán entre los suyos: "Quién no tiene padrinos, no se bautiza". Como todas las madres, grandes verdades estaban siempre en sus frontispicios y sabían manejarlas con la suprema elegancia de quienes no se quejan sino que muestran una evidencia.
Cuando eres una niña de barrio todo te cuesta más. Todo se consigue a base de esfuerzo, de trabajo, de voluntad, de estudio y de lucha. Tu familia, en el mejor de los casos, empuja a tu lado, pero el resto del mundo es una abrupta montaña que no se va a dejar conquistar así como así. Si no eres la hija de..., o la nieta de..., o la esposa de...no lo vas a tener nada fácil. Las niñas de barrio, por muy inteligentes que seamos, y a veces lo somos, hay techos que no vas a alcanzar.
Se habla mucho de ese "techo de cristal" que impide a las mujeres lograr las más altas cotas de poder o de influencia. Pero yo hablo de un techo mucho más evidente y oculto a la vez, un techo que rara vez se reivindica, pero que existe. El techo de los que no tienen padrinos. No sé si hay países en el mundo, lugares en la Tierra, en los que el simple talento, el simple mérito, el simple esfuerzo, es suficiente para publicar libros, lograr cátedras o acceder a puestos. Pero, desde luego, este no es el caso de nuestro querido país, de España.
Vivian Maier no tuvo padrinos. Era una niñera que hacía fotos. Las fotos se guardaron por ahí y nunca disfrutó de fama ni de dinero. Es un milagro que ahora accedamos a ella. Miles de Vivian se pierden por ahí, miles de talentos están escondidos para siempre. Miles de jóvenes brillantes tienen que soportar al "dictador" de turno, bien en el trabajo, en la universidad, en la vida. Mientras tanto, los hijos de..., los enchufados, los que tienen padrinos, pasan por delante de todos.
Si, al principio de tu carrera, en un momento dado, el que sea, sea cual sea el ámbito en que te muevas, tienes la suerte de hallar a alguien que te protege, te da el empujón, te apoya, te defiende, te apadrina, estás salvado. Si no es así, toca joderse.
Es una mierda, lo sé. Por eso lo cuento.
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