Cuando las rubias adoran a Jefferson




Los Oscar's de 1951 fueron un verdadero lío. Excepcionalmente una misma película ofrecía cinco nominaciones interpretativas: cuatro de actrices y una de actor. Las actrices se quedaron sin premio. En el apartado de actrices de reparto ganó Josephine Hull por "El invisible Harvey" (película y actriz que ha pasado sin pena ni gloria), dejando sin premio a Celeste Holm y Thelma Ritter de "Eva al desnudo" (un peliculón donde los haya, inmortal como las obras maestras). Pero, además, el Oscar a la mejor actriz se lo llevó una joven y casi novata en el cine Judy Holliday por "Nacida ayer", de modo que la enorme Bette Davis se fue con las manos vacías, lo mismo que la mosquita muerta Eva Harrington, o, lo que es lo mismo, Anne Baxter, las dos de "Eva al desnudo". La película solo tuvo un premio a la mejor interpretación y fue al secundario (es un decir porque está inconmensurable) George Sanders que hacía de Addison DeWitt, un crítico teatral despiadado y manipulador. Siempre he pensado que Sanders tenía que ser en la vida real así de manipulador y de interesado, porque es el mismo papel que hace en "Rebecca", ese primo que intenta llevarse al gato al agua sin lograrlo. Y es que Laurence Olivier no era Anne Baxter, desde luego. 

En esa misma ceremonia William Holden perdió el Oscar al que estaba nominado por "El crepúsculo de los dioses" de Billy Wilder, a manos de un ahora olvidado José Ferrer y su "Cyrano de Bergerac". Así son las cosas. También resulta extraño que lo perdiera Spencer Tracy por uno de sus trabajos más deliciosos: el padre de Elizabeth Taylor en "El padre de la novia" una comedia inolvidable de otro director genial, Vincente Minelli. Reunión de genios no cabe duda. Qué difícil elegir...

De modo que los académicos reconocieron el trabajo de Judy Holliday que había interpretado ya en teatro ese papel de rubia tonta pero de buen corazón. Quizá vieron que no es solamente eso, sino un tierno y cándido personaje, cuya esperanza de una vida mejor reverdece cuando se acerca a los libros. Los libros como forma de aprender, no solo palabras, sino ideas. Los libros como camino, como acceso, como puente. Desde el momento en que a la rubia le llega la posibilidad de leer libros y de entender el sentido de las palabras, el gángster que la trata mal y que es una especie de novio-protector-maltratador está perdido. Nadie puede luchar contra el binomio libro-amor verdadero que le llega a la chica justo a la vez. 


La interpretación de Judy Holliday, premios aparte, es perfecta, brillante. Naturalidad y sencillez en un personaje que está hecho para ella. Y fluye una química natural entre la chica que parece insensata y el periodista que se enamora al instante pero que no quiere perder la cabeza antes de tiempo. Es una comedia tan medida que no sobra ni falta nada. Las escenas del "aprendizaje", las visitas a los museos, la estatua de Jefferson (pobre estatua de Jefferson), el Capitolio, el concierto, todo se convierte en una forma de resaltar la importancia de aprender en el momento justo y el cambio que se produce en Billy-Emma. "He jurado ante el altar de Dios lucha eterna contra toda forma de tiranía sobre la mente del hombre". En cuanto a los actores, todos destacan, pero la sonrisa de William Holden es un acontecimiento astral dondequiera que se produzca. "Esto es un país libre". "Eso es lo que tú crees". "Contrato y despido genios todos los días". Esos diálogos...


Ficha técnica: 

Título original: Born Yesterday. Año: 1950. Título en España: Nacida ayer

Dirección: George Cukor

Guion: Albert Mannheimer.  Obra: Garson Kanin

Música: Friedrich Hollaender

Fotografía: Joseph Walker (B&W)

Reparto: Judy Holliday, William Holden, Broderick Crawford, Howard St. John, Frank Otto, Larry Oliver

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