Zola y el Cuarto Poder
Henri Fantin-Latour, Un atelier aux Batignolles, 1870. Musée d'Orsay, París. Expuesto en el Salón de 1870. Zola (cuarto desde la derecha) se une a una reunión de impresionistas bien vestidos, entre ellos Edouard Manet en el caballete, el sombrero de Pierre Auguste Renoir y Claude Monet a la derecha. Esta pintura disfrutó del sobrenombre de Jesucristo y sus apóstoles.
Los pintores impresionistas, que en sus inicios fueron tantas veces expulsados del mundo del arte oficial de París, siempre contaron con el apoyo y la benevolencia de Émile Zola, amigo desde la infancia de un pintor como Paul Cézanne. Precisamente, uno de los retratos más fidedignos de Zola en su plenitud se la hizo el fotógrafo Nadar, en cuyo estudio se celebró la famosa exposición de los rechazados (Les Refussés), tras haber sido rechazados sus cuadros en el Salón Oficial.
La conmoción fue inmediata, reyertas callejeras enfrentaban a los partidarios de Dreyfus con los antipartidarios. Se produjo un enorme debate sobre las implicaciones de las actuaciones del Estado Mayor y se puso en cuestión la imparcialidad de los jueces militares y del propio Ministro de la Guerra. Todo esto duró lo suficiente como para que Zola tuviera tiempo de ser juzgado, condenado y exiliado a Londres, donde vivió casi escondido un año, a la espera de que la cosa se calmara. Fue un momento de excepcional importancia para el afianzamiento de una prensa crítica y de un grupo de notables que, con sus posturas, dieron lugar al apelativo de "intelectuales", usado por primera vez en la historia.
(Retrato de Émile Zola, Manet)
En 1937 se estrena la película "La vida de Émile Zola", dirigida por William Dieterle, protagonizada por Paul Muni. En la película aparece la juventud difícil de Zola, cuando no tenía dinero y no vendía libros, solo dedicado a observar la realidad para poderla escribir y manteniendo una amistad entrañable con el pintor Paul Cézanne, que también estaba en ínfimas condiciones. Vemos cómo logra triunfar con sus libros y cómo las ventas lo convierten en un hombre acomodado y en una persona reconocida. También nos muestra cómo tira todo eso por la borda al acometer la defensa de Alfred Dreyfus, el militar judía acusado de espía injustamente. Esa famosa carta abierta al presidente de la república, J'Acusse...! es el primer paso para que el cuarto poder asuma su papel. Y lo más complicado de todo es que la situación de Francia con el tema producía una enorme división entre los ciudadanos, dreyfusistas y antidreyfusistas, con un gran debate sobre el antisemitismo que estaba en el fondo de la atribución falsa. Zola se arriesgó y tuvo que arrostrar un juicio, una condena, una multa y el exilio a Londres durante casi un año. En ninguno de sus argumentos logró iguales un caso tan dramático como este y tan largo en el tiempo.
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