"Despojos" de Rachel Cusk
Despojos cierra la trilogía de Rachel Cusk que comenzó con A contraluz y siguió con Tránsito.
En A contraluz la autora coloca como protagonista a una escritora que va a Atenas para impartir unos cursos literarios. Ese viaje le va a suponer ser el centro de las confidencias y confesiones de algunas personas que se van convirtiendo en las voces alternativas, en los destellos de otros mundos y ámbitos, de manera que una suerte de coralidad atraviesa el libro de punta a punta. Un millonario. Una escritora feminista. Un editor anglófilo. Una dramaturga. Sus propios estudiantes del curso...
Toda esta confrontación de ella misma con otras personas, para lo que muestra sorprendente habilidad al convertirse en una "invisible", hará que salgan a la luz peripecias, ideas y conductas, y que aparezca la reflexión sobre lo que es y lo que ha sido, lo que siente y lo que ha perdido o espera. Una mezcla de ella y de los otros que agita el contenido del libro. La naturaleza humana se pasa aquí por el filtro de la narradora y también de los que van desaguando sus vivencias a partir del encuentro con ella. Una forma de contraste que es vitalmente necesaria y que enriquece la observación y el estilo.
Faye, la protagonista, lo será también de otras dos novelas que se publicarán a continuación, ya que la escritora ha confesado que formarán parte de una trilogía en la que dejará que la vida llegue a las palabras de una forma natural y sin la esclavitud de tener que inventar personajes y situaciones. Algo así como una autoficción controlada.
La escritora que protagoniza A contraluz es también el personaje principal de Tránsito. En los momentos que recoge el libro, el matrimonio se ha derrumbado y se va a vivir a Londres con sus dos hijos. Hay veces en la vida en la que hay que juntar los trozos desparramados y buscara alguna argamasa que lo una. La ciudad de Londres, los apuros para encontrar un lugar adecuado para vivir, los antiguos amantes que se encuentra, la cotidianeidad en su vertiente más prosaica, todo eso es el caldo de cultivo en el que tendría que renacer la esperanza, si la hubiera.
Este tercer libro, Despojos, narra en primera persona todo lo referente a la separación matrimonial, el divorcio y las secuelas que deja, tanto en la esposa como en los hijos. "El dolor no es amor, pero es como el amor", esa podría ser la frase que resumiera el argumento, el camino que sigue la protagonista, con sus dos hijas, para intentar reconstruirse. Una intención tan loable como imposible, a tenor de cómo la vida se va desarrollando, cómo tira hacia un lado y hacia otro. Seguir adelante es una frase hecha. Lograr la serenidad para afrontar las cosas, tener la autoridad para educar a tus hijas, poder hablar con tus amigas sin la letanía de los problemas...Cosas inalcanzables en determinado momento, por eso acecha la soledad y por eso te sientes a ti misma en un vaivén convulso e irritante. La irritación la llena en ocasiones y no puede evitarlo.
El cambio de vida llega a todos los rincones de la casa y de la nueva familia que ella ha formado junto con sus hijas. Su propio entorno recela de que sea capaz de hacer todo aquello que se espera. Al fin y al cabo, es una escritora, una profesional, alguien que tiene que estar capacitada para tomar las riendas, de modo que habrá que ocultar todo lo que no sea fácilmente confesable, todo lo que suponga duda, desasosiego o incertidumbre. Hay un concepto que Rachel Cusk mueve y que termina convirtiéndose en el centro: vulnerabilidad. No tener las herramientas necesarias para construirse a sí misma. Sin embargo, no todo ese desesperanza y quizá, de lo malo, puedan sacarse lecciones, puedan hallarse fórmulas, puedan encontrarse facetas desconocidas en una misma y en los otros. Es la nueva vida, que existe pese a todo.
Despojos, Rachel Cusk. Editorial Libros del Asteroide, 2020, traducción de Catalina Martínez Muñoz.
(Fotografías de Vivian Maier)
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