"1917" de Sam Mendes
"1917" no es solo un alarde técnico. Es también un bombardeo de emociones. La forma en la que Sam Mendes concibió la película (un plano secuencia de dos horas) no indica solo un virtuosismo técnico sino una intención concreta. El espectador acompaña a los dos soldados, Schofield y Blake, a través de una aventura épica. Son los nuevos Miguel Strogoff, su misiva salvará mil seiscientas vidas si llega a tiempo.
En la historia, como sucede en "Dunkerque", los alemanes están enfrente pero no son nada. No aparecen, salvo para poner trabas a ese viaje incierto. Y los jefes aliados tampoco parecen significar sino autoridades que se guardan sus sentimientos a buen recaudo. Solo el capitán Smith (Mark Strong) conserva, entre las atrocidades, una mirada limpia y una mano que tender. La guerra destruye lo que mata y lo que queda. Esa es una de las lecciones de la película. Todos pierden.
Cuando estudiaba Historia en la universidad me preguntaba muchas veces por el sentido de las guerras. Leía sobre ellas una a una, las repasaba y memorizaba, veía sus fechas, sus causas y sus consecuencias. Todo parecía tener sentido sobre el papel, pero el cine sobre todo, cuando convierte en imagen esa atroz forma de relacionarse entre humanos que consiste en matarse los unos a los otros, nos pone en bandeja la reflexión. No se trata de estupidez pacifista, ni de cantar Imagine. Se trata de preguntarse por qué. La misma pregunta se la hacen algunos soldados al final de esta película. Tres años luchando para conseguir una granja abandonada y seis vacas muertas.
Ni siquiera creo que el sentido del deber sea lo que más destaque en todo esto. El cabo Schofield no parecía contento con la misión y el cabo Blake ni siquiera sabía que su cometido iba a tener tanta relevancia. El hecho de que uno de ellos caiga en el camino y el otro culmine su tarea es simplemente azar. Podía haber sido al revés. Eso, el azar, es un terrible elemento de las guerras. Un simple elemento que puede jugar a la ruleta rusa con las vidas de los hombres. Cuando se culmina la gesta y se resuelve el caso ni siquiera habrá honores ni compensaciones ni vítores. Casi nadie se dará cuenta de lo que se ha conseguido, porque quizá, como dice el coronel Mackenzie, a la semana siguiente habrá otra batalla que hará olvidar esta. Solo la mirada humana y comprensiva del capitán Smith, una rara avis en este paraíso de la frialdad, será capaz de captar el significado de lo que allí ocurre, entre trincheras, líneas enemigas, obuses y cuerpos destrozados.
La guerra no solo es el fracaso de la inteligencia sino la muerte de la emoción. Prohibido sentir, deberían avisar los carteles en el frente. Prohibido echar de menos, prohibido darle vueltas. Así lo expresa el propio Smith, harto, seguramente, de haber caído en la misma trampa de la compasión. Para los que han criticado que los ingleses aparezcan como los buenos y los alemanes como los malos hay que decirles que eso era exactamente así.
Reparto:
George MacKay como el cabo William Schofield
Dean-Charles Chapman como el cabo Tom Blake
Mark Strong como el capitán Smith
Andrew Scott como el teniente Leslie
Richard Madden como el teniente Blake
Claire Duburcq como Lauri
Colin Firth como el general Erinmore
Benedict Cumberbatch como el coronel Mackenzie
Música de Thomas Newman, fotografía de Roger Deakins, guión y dirección de Sam Mendes. 2019.
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