La mujer que duda
(Fotografía de Saul Leiter)
Esta preciosa fotografía de Saul Leiter publicada en 1963 en la revista Harper´s Bazaar me sirve para ilustrar una idea tan difícil como capital en mi manera de entender la vida. La duda, la permanente duda, no sobre el mundo o no solo. La duda sobre mí misma, sobre la manera de abordar las situaciones, de resolver los problemas, de tratar las relaciones humanas. Da igual que sea amor, amistad, trabajo, familia...la duda permanece cuando las horas chirrían, cuando hay palabras que salen de ti aunque no querrías que eso ocurriera, cuando no entiendes a los otros o no te entiendes.
Siempre que surge un desencuentro con alguien yo dudo. Esa duda es un sentimiento doloroso, poco ejemplar. Nadie querría dudar tanto si pudiera. Mejor la seguridad, la evidencia de que has hecho lo que debías y que la culpa es de los otros. Mejor sentir que eres una persona cabal, que no actúas por egoísmo o interés. Mejor notar lejos de ti el apasionamiento que te impide pensar y actuar con claridad.
Pero no es así como funciona esto y la duda es una realidad que no puedes soslayar, un halo de luz que se abre paso incluso cuando menos falta te hace. Cada vez que quieres asir una certeza para seguir andando, ahí está ella, la duda, esa sensación de andar sobre arenas movedizas, esa contradicción, esa mirada que no se posa en ningún sitio, porque no hay sitio que pueda albergarla.