Hollywood sobre Hollywood

Esta es una de las mejores interpretaciones de Kirk Douglas y, para mí, la mejor de todas las de Lana Turner, actriz demasiado fría y demasiado supuesta, sabihonda, estirada. Aquí basta con observar su mirada para caer en la cuenta de lo que supone el deslumbramiento. Literalmente cae a los pies de un tipo encantador, vital, guapo y ocurrente, pero, por desgracia, egoísta y manipulador. Entre las películas que muestran lo que es el cine por dentro, al menos el cine de los años cincuenta, esta es, junto con "Eva al desnudo", la mejor. Si en esta se desmenuzaba la tiranía de la edad en las actrices, aquí puede verse en todo su detalle la manera en que algunos desaprensivos, dotados de cualidades que deberían servir para lo bueno y no para lo malo, utilizan a la gente para conseguir sus fines. Aparte del contexto cinematográfico, la historia del individuo malvado pero muy inteligente, que abusa de su poder de seducción para lograr sus fines, sin pararse a pensar en qué consecuencias trae eso en los demás, está narrada de forma genial. 


Pero una película no es un tratado de psicología, ni tampoco una fábula con moraleja, y si algo tiene de bueno esta es que va abriendo algunas puertas a la par que cierra otras. La estructura narrativa no puede ser más sencilla y más efectiva. ¿Se inspiró Vincente Minelli, el director, en la forma en la que se cuenta la historia en "Eva al desnudo"? Porque es muy parecida. Tres personas recuerdan sus vivencias junto a Jonathan Shields (Kirk Douglas), productor de cine, ahora caído en desgracia, pero que fue el artífice del éxito de todos. Esas tres personas son la actriz Georgia Morrison (Lana Turner), el guionista James Lee Barlow (Dick Powell) y el director Fred Amiel (Barry Sullivan). El maestro de ceremonias y conductor de la narración es el productor y amigo de Shields, Harry Pebbel (Walter Pidgeon). Todos hacen interpretaciones memorables, a las que hay que añadir las de la esposa del guionista, una inefable y cursi Gloria Graham en un papel inusual y otros secundarios de lujo como Leo G. Carroll o Gilbert Roland. 


Cada una de esas historias sigue una pauta muy precisa. Comienza con el encuentro entre cada uno de ellos y Shields, sigue con un período amable de colaboración y éxito, y termina con la puñalada que el tipo les da en formas diferentes. Todo sin despeinarse, desde luego, aunque, por un momento, en la escena en la que echa de su casa a Georgia cuando ella lo sorprende con una tiparraca, aparece un poco del fondo de él, quizá el miedo a querer y que no lo quieran, quizá otra personalidad que solo se esboza pero no se desarrolla. Otro misterio más. 


"The Bad and The Beautiful" título original de "Cautivos del mal", dirigida por Vincente Minelli en 1952, con guión de Charles Schnee y George Bradshaw, música de David Raksin y fotografía (magnífica foto en blanco y negro) de Robert Surtees. 

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