Bradley, Schopenhauer y tú misma


La canción podía llamarse "Hacia dentro" o "Desde dentro". Hacia, desde, casi lo mismo. No exactamente. Más o menos igual. Todo lo que soy está en mí. Nada de lo ajeno soy yo, salvo si lo interpreto, lo respondo, lo cuento, lo adquiero, lo amo. De esa manera, con otras palabras, lo contaba el filósofo y era consciente de que estaba enhebrando una aguja para la costura de ideas que antes no se habían expresado. Al fin, a eso se reduce todo. A contar las cosas de otra forma. A verlas de un modo diferente. A ser originales, no como una moda pasajera, sino como una actitud. Criterio. Pensar. Demasiadas veces el cartón de la copia se superpone a la originalidad de las mentes libres. Ser libres pero estar juntos. Ser libres, en todo caso. 

La canción tiene muchos nombres pero la imagen de ese hombre con pelo largo y barba descuidada está sobre el escenario sugiriendo que no han pasado para ti los días gloriosos del abrazo más cierto. A pesar de todo. A pesar de los silencios convertidos en excusas, de las pausas programadas del afecto, del frío de los inviernos de tardes interminables, de las mentiras piadosas y de los no-besos. La canción tiene muchos nombres y la imagen permanece inmutable, los ojos grises, acerados y brillantes, también tiernos; las manos, firmes y prietas, no esas manos escuálidas, blancas y translúcidas que te asustan. Manos rotundas, sin efemérides. La canción es tuya desde que comenzaste a oírla. Da igual el idioma, está aquí. 

Hubo quien escribió una historia en la que una mujer se diluía en un espantapájaros. La mujer no tenía nombre, lo había perdido incluso, ni tenía sentimientos, más allá de un hola convencional, de un adiós obligado. Ese "quien" no lo sabe, pero intentó borrar la huella de lo más íntimo para hacer de la mujer un robot que esperara sin esperanza, que quisiera sin emoción. No lo ha logrado. Bradley y el viejo filósofo, la guitarra lastimando el alma, la canción, las miradas que se cruzan y que van más allá del pequeño horizonte. Todo se conjura para que "dentro" sea un lugar con sentido, una oración con sujeto y predicado. Lo dijo hace doscientos años: "dentro está todo". El mundo está en ti. Tú eres el mundo que conoces. Explícate ese mundo a ti misma y luego sal fuera, pero no al revés. Quien intentó manchar ese descubrimiento ha perdido la partida. La perdió hace tiempo y ha querido vengarse. Pero no hay venganza si oyes la canción, miras los ojos gris-verdoso del hombre de la guitarra y lees la historia del filósofo que anunció este tiempo de ahora. 

(Pintura: David Hockney)

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