Ir al contenido principal

"El ver y las imágenes en el tiempo de Internet" de Juan Martín Prada


La educación visual es una asignatura pendiente en el sistema educativo español. En primero y segundo de ESO hay una materia llamada Educación Plástica Visual y Audiovisual que, en la práctica, sigue siendo el clásico Dibujo. Esto no deja de ser llamativo si tenemos en cuenta que el impacto de las imágenes en los niños y jóvenes es de excepcional relevancia. En lugar de estructurar el conocimiento de estas imágenes y el uso responsable y práctico de Internet, el sistema educativo ha castigado la Red y se han alzado incluso voces que avisan del problema de las tablets y de otros dispositivos en los que la imagen es la base esencial. 

Por eso, este libro de Juan Martín Prada, catedrático de la Universidad de Cádiz, tiene una importancia destacada tanto para especialistas como para cualquier persona que quiera entender lo que ve. Pues, al fin y al cabo, de eso se trata, de ordenar las miradas, de saber qué vemos y qué papel tiene lo que vemos. La Historia del Arte ha experimentado un cambio determinante desde el comienzo de Internet. Cuando yo era estudiante de esta especialidad nuestras fuentes gráficas venían dadas del libro y de las diapositivas. Internet, la verdadera revolución de finales del siglo XX y de este siglo XXI, ha cambiado las formas y maneras de conocer la obra artística y ha ampliado el campo de visión. Esto es tan sustantivo que no se entiende bien cómo se hace tan poco hincapié en el tema. 

Así explica el autor su intención en el Prefacio que abre el libro: "Más que una teoría de la imagen en la era de las redes sociales, lo que se intentará aquí desarrollar es una teoría del ver y de la mirada en un contexto cada vez más condicionado por la conectividad digital" 

Le interesa destacar la presencia de la imagen en el contexto actual, donde lo icónico, tiene un papel crucial. Esto es especialmente delicado en lo que se refiere a niños y jóvenes, añado, porque su información del mundo exterior viene plasmada fundamentalmente en imágenes. De ahí, por ejemplo, que Instagram sea la red social más seguida por esos grupos de edad. Las redes sociales tienen una misión clave en la difusión de la imagen y estas, a su vez, en la conformación de las relaciones humanas en la actualidad. Todo ello forma parte de este estudio pormenorizado y científico, sin concesiones fáciles, ni lugares comunes. 

Se dedica un generoso espacio a las nuevas formas de comunicación por la imagen y a los papeles sociales que implican. Por otra parte, la exhibición diaria de la vida de las personas a través de vídeos o de fotografías digitales, así como la forma en la que percibimos nuestra propia existencia al compás del muestrario que esas herramientas nos proporcionan tienen evidente peso, como no puede ser de otra manera. La globalización visual, la expansión sin fronteras de imágenes fijas o en movimiento, que recorren la red y llegan a cada uno de nosotros genera el fenómeno del vernos y de ver, explicado con otros parámetros muy distintos a los tradicionales, de los cuales, sin embargo, parte el autor para concretar esa evolución. 

El libro implica una reflexión necesaria sobre una cuestión que está ya plenamente asentada en nuestra forma de vida pero que requiere crítica y análisis. En este sentido, Juan Martín Prada, experto en Historia del Arte, inicia un camino de ensayos que deberían tener continuidad dada la trascendencia en nuestras vidas del tema y la jungla en la que se convierte la relación de los humanos con la virtualidad y la digitalización. Las relaciones humanas están connotadas en gran medida por esta relación que invade la intimidad y que modifica algo tan profundamente humano como es la comunicación. La representación artística en Internet y la manera en que la percibimos a través de estímulos potentes es una cuestión que ha de ser debatida y en la que hay que penetrar con las mayores herramientas posibles, las del conocimiento y la objetividad. 

Un prefacio y siete grandes capítulos forman parte del libro. La visión de Juan Martín Prada no tiene únicamente aspectos técnicos sino también sociológicos y filosóficos. Para él, la filosofía de la comunicación y la sociología de la mirada son elementos que explican el fenómeno y que le dan sentido más allá de los cambios científicos o técnicos. La revolución tecnológica deja de ser una mera consecuencia de los adelantos que se han ido obteniendo en el uso de computadoras y en la globalización de los conocimientos para llegar a explicarse en sí misma por su influencia en la vida cotidiana, incluso de aquellos que son reacios al uso de estas tecnologías. Algo parecido a lo que ocurrió en el siglo XV con los inventos que dieron lugar tanto a recorrer el mundo como a ampliar ese mundo conocido a los ojos de todos. Los descubrimientos y sus consecuencias cambiaron la mentalidad y modificaron los usos y costumbres. Otro parangón podía hacerse incluso con la revolución industrial y el papel de la máquina, tan temido por algunos que querían atarse a lo manual como forma de evitar ser engullidos por un sistema deshumanizado. 

Se trata de un trabajo cuidadoso que ha de ser leído con sosiego y paciencia, pues no resulta fácil asimilar los conceptos que vierte y las explicaciones retroactivas que se añaden con el fin de que se entiendan y se sitúen en el contexto adecuado. Esta inclinación de Martín Prada a encontrar conexiones entre los distintos elementos que trata resulta muy inspiradora pero necesita un trabajo intenso por parte del lector, que ha de esforzarse para que esos hilos que forman la cuestión no se desvanezcan. Sin embargo, es una obra absolutamente recomendable para todos aquellos que quieran explicarse el mundo de hoy, imposible de comprender sin las imágenes, sin Internet, sin las redes y sin lo icónico en general. 

El último capítulo es revelador al constituir una especie de aviso sobre la forma en que esta proliferación de formatos gráficos y de imágenes, esa híper presencia en nuestras vidas, puede constituir un arma de doble filo. La existencia humana debe transcurrir en el tiempo que le ha tocado pero, a la vez, tiene que establecer filtros, elementos protectores y precaución máxima para evitar que terminemos convirtiéndonos en actores involuntarios del gran teatro del mundo, retransmitido, eso sí, a todos los ojos que están contemplándonos quieran o no. 

El ver y las imágenes en el tiempo de Internet. Juan Martín Prada. Akal, Estudios Visuales. Maqueta de portada Sergio Ramírez. Diseño interior y cubierta de RAG. 2018. 

Entradas populares de este blog

“El dilema de Neo“ de David Cerdá

  Mi padre nos enseñó la importancia de cumplir los compromisos adquiridos y mi madre a echar siempre una mirada irónica, humorística, a las circunstancias de la vida. Eran muy distintos. Sin embargo, supieron crear intuitivamente un universo cohesionado a la hora de educar a sus muchísimos hijos. Si alguno de nosotros no maneja bien esas enseñanzas no es culpa de ellos sino de la imperfección natural de los seres humanos. En ese universo había palabras fetiche. Una era la libertad, otra la bondad, otra la responsabilidad, otra la compasión, otra el honor. Lo he recordado leyendo El dilema de Neo.  A mí me gusta el arranque de este libro. Digamos, su leit motiv. Su preocupación porque seamos personas libres con todo lo que esa libertad conlleva. Buen juicio, una dosis de esperanza nada desdeñable, capacidad para construir nuestras vidas y una sana comunicación con el prójimo. Creo que la palabra “prójimo“ está antigua, devaluada, no se lleva. Pero es lo exacto, me parece. Y es importan

Ripley

  La excepcional Patricia Highsmith firmó dos novelas míticas para la historia del cine, El talento de Mr. Ripley y El juego de Ripley. No podía imaginar, o sí porque era persona intuitiva, que darían tanto juego en la pantalla. Porque creó un personaje de diez y una trama que sustenta cualquier estructura. De modo que, prestos a ello, los directores de cine le han sacado provecho. Hasta cuatro versiones hay para el cine y una serie, que es de la que hablo aquí, para poner delante de nuestros ojos a un personaje poliédrico, ambiguo, extraño y, a la vez, extraordinariamente atractivo. Tom Ripley .  Andrew Scott es el último Ripley y no tiene nada que envidiarle a los anteriores, muy al contrario, está por encima de todos ellos. Ninguno  ha sabido darle ese tono entre desvalido y canalla que tiene aquí, en la serie de Netflix . Ya sé que decir serie de Netflix tiene anatema para muchos, pero hay que sacudirse los esquemas y dejarse de tonterías. Esta serie hay que verla porque, de lo c

Un aire del pasado

  (Foto: Manuel Amaya. San Fernando. Cádiz) Éramos un ejército sin pretensiones de batalla. Ese verano, el último de un tiempo que nos había hechizado, tuvimos que explorar todas las tempestades, cruzar todas las puertas, airear las ventanas. Mirábamos al futuro y cada uno guardaba dentro de sí el nombre de su esperanza. Teníamos la ambición de vivir, que no era poco. Y algunos, pensábamos cruzar la frontera del mar, dejar atrás los esteros y las noches en la Plaza del Rey, pasear por otros entornos y levantarnos sin dar explicaciones. Fuimos un grupo durante aquellos meses y convertimos en fotografía nuestros paisajes. Los vestidos, el pelo largo y liso, la blusa, con adornos amarillos, el azul, todo azul, de aquel nuestro horizonte. Teníamos la esperanza y no pensamos nunca que fuera a perderse en cualquier recodo de aquel porvenir. Esa es la sonrisa del adiós y la mirada de quien sabe que ya nunca nada se escribirá con las mismas palabras.  Aquel verano fue el último antes de separa

Rocío

  Tiene la belleza veneciana de las mujeres de Eugene de Blaas y el aire cosmopolita de una chica de barrio. Cuando recorríamos las aulas de la universidad había siempre una chispa a punto de saltar que nos obligaba a reír y, a veces, también a llorar. Penas y alegrías suelen darse la mano en la juventud y las dos conocíamos su eco, su sabor, su sonido. Visitábamos las galerías de arte cuando había inauguración y canapés y conocíamos a los pintores por su estilo, como expertas en libros del laboratorio y como visitantes asiduas de una Roma desconocida. En esos años, todos los días parecían primavera y ella jugaba con el viento como una odalisca, como si no hubiera nada más que los juegos del amor que a las dos nos estaban cercando. La historia tenía significados que nadie más que nosotras conocía y también la poesía y la música. El flamenco era su santo y seña y fue el punto culminante de nuestro encuentro. Ella lo traía de familia y yo de vocación. Y ese aire no nos abandona desde ent

“Anna Karénina“ de Lev N. Tolstói

Leí esta novela hace muchos años y no he vuelto a releerla completa. Solo fragmentos de vez en cuando, pasajes que me despiertan interés. Sin embargo, no he olvidado sus personajes, su trama, sus momentos cumbre, su trasfondo, su contexto, su sentido. Su espíritu. Es una obra que deja poso. Es una novela que no pasa nunca desapercibida y tiene como protagonista a una mujer poderosa y, a la vez, tan débil y desgraciada que te despierta sentimientos encontrados. Como le sucede a las otras dos grandes novelas del novecientos, Ana Ozores de La Regenta y Emma Bovary de Madame Bovary, no se trata de personas a las que haya que imitar ni admirar, porque más que otra cosa tienen grandes defectos, porque sus conductas no son nada ejemplares y porque parecen haber sido trazadas por sus mejores enemigos. Eso puede llamarse realismo. Con cierta dosis de exageración a pesar de que no se incida en este punto cuando se habla de ellos. Los hombres que las escribieron, Tolstói, Clarín y Flaubert, no da

La construcción del relato en la ruptura amorosa

Aunque  pasar por un proceso de ruptura amorosa es algo que ocurre a la inmensa mayoría de las personas a lo largo de su vida no hay un manual de actuación y lo que suele hacerse es más por intuición, por necesidad o por simple desesperación. De la forma en que se encare una ruptura dependerá en gran medida la manera en que la persona afectada continúe afrontando el reto de la existencia. Y en muchas ocasiones un mal afrontamiento determinará secuelas que pueden perdurar más allá de lo necesario y de lo deseable.  Esto es particularmente cierto en el caso de los jóvenes pero no son ellos los únicos que ante una situación parecida se encuentran perdidos, con ese aire de expectación desconcentrada, como si en un combate de boxeo a uno de los púgiles le hubieran dado un golpe certero que a punto ha estado de mandarlo al K.O. Incluso cuando las relaciones vienen presididas por la confrontación, cuando se adivina desde tiempo atrás que algo no encaja, la sorpresa del que se ve aban

Novedades para un abril de libros