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Dave Heath: Obviamente en silencio


El día es tan engañoso como tú, piensa ella, mientras el chasquido de la cámara la sorprende entre papeles, en un otoño indisimulado que pretende ser primavera. Se han desgajado naranjas de los árboles y las farolas aún lucen, será porque la luz es cosa del dinero y no de la geografía o las estaciones. Aprendimos que el cambio de las horas era una suerte de mensajes al infinito y ahora ella sabe, aunque nadie se lo ha explicado claramente, que debe alejarse de ese foco, que cerca su rostro con una huella infame y que la cubre de sal en soledad. Así no. Así no debe hacerse, piensa a veces. Pero no puede esperar ya de ti que hagas otra cosa que mentirte a ti mismo. 


Hubo un tiempo con una luz dorada que sembraba las tardes y las convertía en la antesala de los cuentos, esos que tienen una princesa y muchos faunos, que se recitan a la hora del sueño y que te convierten en una fantasía irrealizable. Ella lo supo entonces y lo recuerda ahora, por eso ha olvidado la poesía, por eso los versos son solo un recuerdo vago, por eso ningún libro se abre por la página en que viene tu nombre, por eso tu nombre se ha convertido en el anuncio de un desastre cualquiera. No quiero que vuelvas a engañarme, susurra, así como antes, en los tiempos dorados, pedía que la creyeran. 


Os lo podría contar con detalle si tuviéramos los ojos bien abiertos, dice. Las otras se figuran que es sencillo, pero las sumas no siempre acuerdan con las restas y contar no siempre va con cuentas o con cuentos, sino que en ese gesto de los dedos se contiene la frase decisiva y esa tú no la escuchas. Hay una palabra que abre y cierra la tarde, que anticipa la noche y que desvela el curso de los días. Esa palabra tiene la misma fuerza que un vendaval que no quieres oír porque el ruido del viento te produce pavor. Como escucharte a veces. El viento la destruye igual que tú. Ella no quiere oírte. Solo tiene en su oído la palabra del día: obviamente. Es obviamente. Es obvio. Obviamente venir. Obviamente su casa. Obviamente. Obviamente ella lo ha entendido todo. Pero no tiene forma de decirlo, obviamente. Por eso no se escapa de las fotografías. 


(Fotografías de Dave Heath. Fotógrafo y fotoperiodista autodidacta. Nació el 27 de junio de 1931, Filadelfia, Pensilvania, EEUU. Murió el 27 de junio de 2016 en Toronto, Canadá)

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