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"La chica de ojos verdes" de Edna O´Brien


   Caithleen y Baba, las chicas de campo, están ahora en Dublín. Viven juntas en alquiler en la casa de Joanna y conocen a algunos hombres. Mientras Baba quiere divertirse a toda costa y piensa poco en las consecuencias, Caithleen se convertirá en Kate, cuando se enamora por segunda vez (la primera fue el señor Gentleman) de Eugene Gaillard, que hace documentales y vive en una casa de campo cercana a Dublín. Gaillard es un hombre casado y tiene una hija de tres años. Su mujer, Laura, y su hija, Eileen, están en América, en Nueva York. Entre ambos hay una extraña relación y un lazo indisoluble, algo que hace sufrir a Kate. 

   Kate quiere ser la mujer ideal para Eugene. Esa persona que está siempre a tono con las conversaciones, que sabe vestirse y que tiene un encanto especial. Cuando se conocen, ella es fresca, libre y sincera. Pero la relación lleva un doble camino, por un lado, se afianza y, por otro, se degenera. La visita del padre de Kate a la casa que ambos comparten no ayuda en nada. Eugene recibe una paliza del padre y sus amigos que quieren arrancarla del pecado y hacer que vuelva al redil. El redil no es otro que su antigua casa, en la que el padre malvive en compañía de la tía Molly, porque la madre de Kate desapareció en el lago cuando iba con un muchacho del pueblo.

   La desesperación de Kate por no ser quien ella desearía para él, la lleva a abandonarlo y a refugiarse, de nuevo, junto a Baba, su amiga eterna, a pesar de ser tan distintas. Así se quedará esperando a que él vuelva. Pero hay lazos que se desatan demasiado deprisa.

   En esta segunda entrega de la trilogía que se inició con "Las chicas de campo" y que culminará con "Chicas felizmente casadas", Edna O´Brien nos maravilla con su descripción de la vida de estas muchachas, de sus aventuras y sus amores, de los momentos de intimidad y de depresión, de las alegrías y las penas. La naturaleza es el paisaje de la infancia, el recuerdo de lo que fueron. La ciudad es el presente y, quizá, un futuro mejor, aunque nada parece asegurarlo. La escritura de O´Brien es esplendorosa, refulgente, tierna e irónica, dulce pero duramente terrible. Es certera y llena de razones que cualquiera de nosotras reconoce sin dudarlo. La descripción de los momentos íntimos está tan lograda que me recuerda las de D. H. Lawrence, los mismos símiles florales, la misma delicadeza, la misma sencilla pero intensa sensación de ese ardor de la sangre tan difícil de hallar y tan imposible de olvidar.

   Como el libro anterior, esta novela constituyó un escándalo cuando se publicó. Las costumbres, los ritos y los modos de vida de la Irlanda profunda chocaron con la frescura de la narración, con la puesta en escena tan verídica que ponía al alcance de todos cómo la infelicidad a veces es cuestión de que los hombres y las mujeres se pongan límites a sí mismos, tantos que la naturaleza se queja sin que su eco se escuche realmente.

La chica de ojos verdes. Edna O´Brien. Editorial Errata naturae. Traducción de Regina López Muñoz. Primera edición marzo de 2014. 

(Esta reseña es producto de la relectura de esta novela) 

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