Amores que matan (I)
(Foto de Nina Leen, 1948, para Harper´s Bazzar. La modelo es Georgia Hamilton, que va vestida de Dior)
Un día de la estrenada primavera vagabundeaba por las calles sin rumbo fijo, con unos zapatos color vainilla que tenían un lazo rosa y unos pequeños agujeritos en el empeine. La primavera solía traicionarla con un brote alérgico pero no podía evitar sentir que el sol le debía algo, que esa asignatura pendiente del aire libre tenía que aprobarla, como si fuera inglesa, como si el verde del sur, en esa zona cercana a Londres, la llamara.
La noche anterior había sido convulsa. Tuvo una pesadilla recurrente en la que vagaba de puerta en puerta buscando casa sin que ninguna se abriera, ni existiera rendija para cobijarse. Era, lo sabía, un espejo de su propia vida, ahora desencajada y sin asideros, al menos los que una mujer consideraría que eran necesarios. Cómo los hechos la condujeron hasta aquí es una de sus preguntas preferidas. Y la otra, cuándo podría abandonar esta quimera que la llevaba a un precipicio.
Los zapatos nuevos le hacían daño, ahora lo veía. Eran bonitos, pero no lo bastante sólidos y con una suela resbaladiza que no llamaba a la confianza. Tenía los auriculares en las orejas y oía canciones de Melendi, el cantante que ahora le llegaba más al corazón. Le parecía muy guapo y, sobre todo, daba la impresión de poseer una insólita ternura. La ternura de los hombres era su punto débil, lo que la dirigía al engaño y a los falsos oasis. Habría que abolir la ternura, pensaba muchas veces. No me regales limosnas, en forma de palabras cariñosas que son mentira, porque eso duele más que la indiferencia.
Se sentó en el banco del parque. Las flores la rodeaban como si se tratara de una isla, esa isla de papel en el que a veces se confinaba, aspirando los olores de las páginas impresas, sintiendo que el sabor de las rosas se confundía con el de los adjetivos. Se sentó en el parque y pensó "tengo que hablar contigo, amor, esto ya no funciona, no quiero seguir temblando en el vacío, no quiero que las nubes me distraigan, quiero beberme el vaso de la vida sorbo a sorbo. No sé si lo merezco, pero lo necesito"
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