Emma y los libros Austen
Las opiniones de la gente cercana a Jane Austen sobre su novela de madurez, "Emma", fueron variopintas. Su hermano
Edward, al hacer el ránking de sus preferencias, la colocó detrás de “Orgullo y
Prejuicio” y “Sentido y Sensibilidad” y únicamente antes de “Mansfield Park”.
“Persuasión” aún no se había publicado, pues fue obra póstuma. Y tampoco "La abadía de Northanger". Su hermana
Cassandra había establecido ya otro orden de preferencias. Para ella el primer
lugar lo ocupaba “Mansfield Park” y le gustó “Emma” más que “Orgullo y Prejuicio”.
A su sobrina Fanny no le gustó nada el libro, lo encontró insoportable, o, más bien,
a la protagonista. A la madre de Jane el libro le resultó entretenido, mucho más
después de la reciedumbre de “Mansfield Park”. Y también opinaron de él una
amiga, la señorita Sharp, de oficio institutriz, que adoraba “Orgullo y Prejuicio” pero
que consideró a “Emma” como un buen libro con un personaje maravilloso, el
señor Knightley, claro. A otra de las amigas, Alethea Bigg, el libro no le gustó nada
y las mujeres del mismo tampoco. La observación de la señorita Sharp acerca de
la incongruencia que suponía que una persona tan anodina como Jane Fairfax fuera
capaz de prometerse en secreto, quedó sin respuesta.
Con respecto al personaje protagonista, Emma Woodhouse, ya había advertido la propia escritor antes de crearlo que estaba segura de que no le iba a gustar a casi nadie. Parecía divertirle este hecho, esta invención de una heroína contracorriente, sin la popularidad unánime de la que, entre su entorno cercano, disfrutaba Elizabeth Bennet. La pugna Elizabeth-Emma continúa a día de hoy, pues son las mujeres más atractivas de su universo, con permiso, claro está, de las hermanas Dashwood.
Las opiniones entre los vecinos de parroquia de Jane no fueron positivas. La
mayoría de los que lo leyeron no estaban de acuerdo con algunos personajes o
con detalles de la trama. Los hubo quienes pusieron el grito en el cielo con
determinadas escenas y por ese lado no pudo encontrar la autora muchas
satisfacciones. Sorprende pensar cómo esta crítica cercana era tan contundente o
más que la externa. Y no sabemos, desde luego, de qué forma la tomaría ella.
Indiferencia, preocupación, respeto, quién lo sabe.
Las mayores reservas profesionales vinieron del editor John Murray. Tras
leer el libro lo envió a Sir Walter Scott y le pidió, de una forma bastante poco
adecuada, que escribiera sobre él:
“¿Le apetece escribir deprisa un artículo sobre
“Emma”? Le falta acción y romance ¿no es cierto?”
Efectivamente, a toda prisa
escribió Scott una breve reseña para salir del paso. Pensar en cuántos de estos
escritores-críticos-editores han despreciado una obra por no pararse a pensar en
ella o en leerla con atención o por prejuicios inoculados por perversos tipos con
levita, resulta abrumador y preocupante. Pero así era y así es.
Esa crítica liviana, sin apenas consistencia, de entonces, cambió cuando, a los
diez años de morir Jane Austen, volvió Scott a hablar de ella y de su obra:
“El
talento de esa joven para describir las relaciones, los sentimientos y los personajes
de la vida corriente es, para mí, lo más maravilloso que he conocido. Los
brochazos de las grandes escenas clamorosas puedo darlos yo mismo, como cualquier otro, pero la pincelada exquisita que hace interesantes las cosas y los
seres más comunes, gracias a la autenticidad de la descripción y del sentimiento,
me ha sido negada”.
Posteriormente, la obra de Jane Austen ha pasado por etapas de olvido y de
resurgimiento. Su tardanza en ser publicada en algunos países y el escaso interés
que, durante muchos años, tuvo la novela considerada romántica, aunque sin
motivo, determinó que se relegara a determinadas estanterías
exclusivamente femeninas. El resurgir ha sido esplendoroso, aunque no exento de
trivialidad.
No obstante, es evidente que hoy estamos en el mejor momento posible
para entender en toda su magnitud el fenómeno Austen y el sentido de “Emma” en
el conjunto de su obra.
(Todas las imágenes pertenecen a la película "Emma")
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