La amargura es un pájaro con las alas quebradas



Si comparto contigo lo que siento hallaré sin duda un tiempo de descanso en el estío. Me mirarás con gesto de entenderme y sabré que tú sola has llegado a la misma conclusión: de nada sirve asomarse a una puerta cerrada. Nos sentaremos al abrigo del sol, de frente hacia la brisa que inunda lo que somos y así las dos firmaremos la paz con nuestras vidas. Somos esto y ya nadie tendrá capacidad de hacernos otras. La belleza no es nada, no hace falta ser listas, tan solo conocer el efecto que causa el agua cuando transcurre lenta y cuando es un torrente. 


Me contarás historias. Algunas tendrán el tibio sabor de la derrota. No aprobaré nunca esa asignatura, me dirás con gesto distendido. Porque ya no te duele saber que has suspendido aquello que buscaste y que nunca fue tuyo. Por mucho que golpee con ese llamador de estilo antiguo una puerta entornada, no habrá paso, ni hueco, no podré asomarme a contemplar el resto, solo vislumbraré una luz y esa luz será otoño casi siempre, no dará paso al fulgor del verano. Pero ya no lo dices con gesto de amargura y una sonrisa estalla al final de ese párrafo. Has vencido a la duda. Ya sabes lo que eres.

(Imágenes de Francine van Hove)

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