La pasión es una pregunta sin respuesta
(Mary Jane Ansell. Pintura realista)
No hay palabras de amor. Se desparraman gestos, se desvelan
noticias, se desarman impresiones equivocadas, se desmenuzan ideas, se
comparten antiguos retratos y se esquivan heridas. No hay palabras de amor. No
risueñas despedidas que anuncian besos en el aire. No hay ese tic-tac que se
mueve en el estómago, como un pequeño ángel que nunca antes hubiera habitado en
la Tierra. No, esa dulce sensación de la piel que trasmina, del aroma del hueco
de las manos, del asombroso movimiento del cuello. No hay palabras de amor. La
pasión es una pregunta sin respuesta. Y, día tras día, la lluvia cae
inmisericorde, lava el sentimiento, despoja los sueños de esperanza y todo
termina siendo una inmensa riada de soledad sin nada que decir. No hay palabras
de amor. Y el amor se convierte en una melodía absurda, en una futura mentira.
Debería existir una salvaguarda para que la ternura no arrase los sentidos
cuando las palabras de amor son un fantasma sin cuerpo y sin aristas.
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