Leyéndote...
(Francine van Hove. París, 1942)
Esplendorosa, directa al corazón, tu palabra, ella sola, tu palabra.
Eco de ti, nombrado, único, sed de silencio que no es ni se convierte en nada.
Tu palabra.
La amé antes de conocerte y la amo todavía,
aunque las rosas se hayan marchitado, aunque el alma me duela de repente.
Tu palabra ya en ti, en cualquier cosa.
Lo tibio de tu voz, vocabulario, inventos, giros, equivocaciones,
tu palabra perdida me duele como el llanto.
La espero pero nunca me aparece, no llega
no está, no se acerca, no emerge,
tu palabra, ni tú, ya no te espero, no la espero, no es, no existe,
ya no soy.
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