"Para Isabel. Un mandala" Antonio Tabucchi.
Antonio Tabucchi (Pisa, 1943-Lisboa, 2012) fue enterrado en el mismo comentario que Fernando Pessoa (1885-1935), el de Dos Prazeres, de la capital lisboeta. Quiso prolongar así la relación profunda que, en vida, tuvo con la obra del portugués. Era un italiano enamorado de Portugal y de todo lo que ello significaba. También de Pessoa, al que estudio y tradujo ampliamente.
"Sostiene Pereira" lo convirtió en un autor famoso, más allá del conocimiento de lectores y afines. Ese periodista aficionado a las omelettes a las finas hierbas, diletante frecuentador de los cafés de Lisboa, que, en un momento dado, decide ir contra la dictadura de Oliveira Salazar, es, quizá, un paradigma de lo que a Tabucchi le hubiera gustado hacer con el régimen de Berlusconi. Luchar. La novela fue un pasaporte cierto a la fama literaria, pero su obra no se queda ahí, ya lo sabemos: "Réquiem", "Dama de Porto Pin" o "Nocturno hindú", "Se está haciendo cada vez más tarde" acreditan su valía y muestran su estilo.
Dos años después de publicarse "Sostiene Pereira", escribió esta novela "Para Isabel. Un mandala". Sin embargo, extrañamente, por razones desconocidas y aún no aclaradas, la novela no se llegó a publicar y salió el año pasado, en 2014, convertida, por tanto, en una novela póstuma. Lo póstumo da impresión de refrito. De querer aprovechar que las aguas vienen calmas. De arrimar el ascua a una sardina editorial que necesita alimento. Qué sé yo. Lo póstumo no es lo más adecuado, quizá, para valorar una novela como esta que recoge, no solamente su itinerario personal sino su universo literario, entremezclados en una narración que no quiere ocultar matices. La privacidad, ese bien sagrado que hoy defendemos ante la irrupción de las redes y de Internet, tenía, en ese año de 1996 todavía unos secretos que mantener.
Pero el escritor, al fin, siempre quiere ser descubierto, siempre quiere asomar entre la maraña de personajes e historias que pergeña. Por eso se trasluce el pensamiento literario de Tabucchi en el libro. Por eso conocemos algo de lo que había en su interior, al leerlo.
Pero el escritor, al fin, siempre quiere ser descubierto, siempre quiere asomar entre la maraña de personajes e historias que pergeña. Por eso se trasluce el pensamiento literario de Tabucchi en el libro. Por eso conocemos algo de lo que había en su interior, al leerlo.
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