Atentados en París: Las Buenas Redes
Zona de guerra. Eso parecía anoche París tras los atentados que costaron la vida, de momento, a 150 personas. Los heridos graves son decenas y eso puede aumentar la cifra de muertos. Pasados una cantidad, ya no contamos. Sabemos que es una catástrofe, un desastre, un horror. Palabras que llenan hoy los titulares de los periódicos de papel que han salvado una portada, porque el interior se ha quedado antiguo. En España, las diatribas sobre Mas y su investidura, sobre la contaminación en Madrid o sobre las muertes por violencia doméstica, son historia momentánea. Porque es Francia el centro del mundo informativo. Así sucede. Así son las cosas y así se las hemos contado.
Cuando llegas a casa a la medianoche y pones la televisión nada te hace pensar en que ha ocurrido algo. Un programa de telebasura airea los conflictos personales y familiares de algunos personajes subidos a la cumbre de la efímera fama del cotilleo. En otra cadena, cantantes aficionados quieren ganar un premio. En otra, el cante es anécdota y recurso para la risa. Películas por doquier en algunas otras. Solamente si abres el Ipad te das de bruces con la desgracia. Ahí están, en las redes sociales, en los digitales, las noticias sobre lo sucedido.
Es Twitter la reina de la inmediatez. La red social del pajarito cumple su función perfectamente. Pone en contacto a través de sus hastags a todos aquellos que está hablando de lo mismo. Traslada informaciones, cuelga fotos, añade enlaces. Es el tuit el medio de comunicación más relevante en esta noche de atentados que convulsiona las cabezas antes de dormir. No he soñado con ellos curiosamente, a pesar de que las imágenes y los textos se agolpaban en mi cabeza antes de irme a la cama, al filo ya de las tres de la madrugada. Pero no solo eso. El hastag #PorteOuverte lleva un lugar donde dormir a la gente que se ha quedado sin nada. Los amigos y familiares se contactan por las redes y los móviles. La revolución tecnológica tiene sentido. Facilita la vida. Que no es poco, en medio de la muerte.
¿Dónde estaban los reflejos de las televisiones? ¿Dónde los periodistas comprometidos? ¿Dónde el revulsivo de la comunicación, que ellos llaman "seria"? Solamente 24 horas, el canal informativo de la 1 de RTVE, dio la cara en un esfuerzo por trasladar noticias. Una raya en el agua en un panorama lleno de desolación, incertidumbre y terror. Sí, terror es la palabra que mejor se adecua a la situación. El terror está aquí, en el corazón de Europa. Y las televisiones, públicas y privadas, a lo suyo. Gran servicio a la actualidad, sí señor.
Las denostadas redes cumplieron su función. En Twitter las noticias volaban en forma de trinos del pajarito que no ha descansado toda la noche y sigue. En Facebook la solidaridad se muestra en los cambios de fotos en los perfiles y en las portadas. Todo el mundo dice algo del tema y la bandera tricolor ondea con firmeza para recordar las cosas imprescindibles. Nadie leerá hoy los artículos de fondo del periódico, nadie leerá salvo lo que, apresuradamente, hayan podido colar de lo sucedido. Es una situación que exige compromiso, que exige reacciones inmediatas, que exige voluntad de informar. El periodismo en guerra, como Europa.
Algunos héroe: Benjamin Cazanives, desde el Estadio de Francia: "Estoy vivo. Solo tengo unos cortes. Una carnicería. Cadáveres por todas partes" Las redes lanzaron su mensaje al mundo. Un reportero in situ. La carnicería tenía su epicentro en la sala de fiestas Bataclan, hoy tristemente famosa. Cien muertos. Cerca del restaurante Petit Cambodge, se oyeron también ráfagas de ametralladora y fusiles de asalto. Las explosiones sacudieron el partido amistoso de las selecciones de Francia y Alemania. Paradigmático duelo.
El bullicio en las redes trasladó al aire que había, al menos, siete ataques prácticamente simultáneos. París estaba en guerra. Cercada. Los miles de policías franceses en alerta desde el 30 de noviembre por la Cumbre del Clima no bastaron para impedir las masacres y, sobre todo, la sensación de terror. La palabra de nuevo. Los distritos 10 y 11 sufrieron la embestida. En el Bulevar Voltaire está Bataclan, con cientos de jóvenes que asistían a un concierto. Los rehenes necesitaron una intervención policial de asalto.
François Hollande salió del Estadio en helicóptero. También nos enteramos por las redes. Acudió al Ministerio del Interior y el Plan Roja Alfa se puso en marcha. Cierre de fronteras, controles en los pasos fronterizos, suspensión del espacio Schengen, estado de emergencia, refuerzo militar en las calles y sitios estratégicos. Estado de guerra. El terror en el corazón de Europa. "La Marsellesa" sonó entonces en el Estadio de Francia, mientras los asistentes al partido eran evacuados.
Las redes sociales pusieron la nota informativa en una noche oscura. Los digitales tuvieron su papel crucial que cumplir. Las viejas rotativas, las redacciones de la casta periodística, de la prensa tradicional, poco pudieron hacer para frenar la avalancha que les superaba. Añadir una editorial a última hora. Intentar no quedar demasiado fuera de lugar cuando las resmas de periódicos se pongan a la venta en los quioscos. Salvo la radio, la vieja y siempre remozada voz que se suma a los eventos de manera casi inmediata, el resto de los medios ha de entonar su por qué y para qué. No hay periodismo sin actualidad informativa. Y anoche quedó patente que hay mucho por cambiar. O perecer.
Buenas redes, buenos días, bonjour la France.
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