Y llegarás a casa
Es igual, qué más da. Tómate todo el tiempo del mundo. Está ahí, lo tienes a tu lado. En torno tuyo. No hay nada que interrumpa esa secuencia de horas y de minutos en la que estarás sola. Nadie te llamará. Nadie dirá que tienes un color tan hermoso de piel que brilla cuando el sol se asoma a tu ventana. Nadie te besará la comisura de los labios y aspirará tu olor. Nadie venderá ante ti su belleza para que tú la sorbas a tragos largos. Nadie te espera. Y llegarás a casa a tiempo de todo. Lo que tienes que hacer no tiene horario. Llegarás y allí te sentarás tan sola como antes. Tan perdida que no sabrás si estás dentro o estás fuera. Porque no hay ningún sitio en el que olvides. Porque no hay ningún hueco en el que puedas esconderte, aunque quisieras. Y llegarás a casa y allí te esperarán los recuerdos de un tiempo que escribiste con letras que no existen. Y llegarás a casa y tocarás tu cuerpo sin reconocer apenas que fuiste una flor que se abrió en otras manos.
(Imagen de Jack Vettriano)
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