Jazmines en otoño
Jazmines. No en el pelo, columpiándose en una canción de ida y vuelta. No adornando el rostro de una chica, que camina sola en esta mañana de sábado. No sobre la mesilla de noche, en un pequeño recipiente de cristal para que perfume la habitación en la que se susurran palabras de amor. No en el porche, para ahuyentar con su olor denso y penetrante a los mosquitos. Tampoco en una moña que vende con desgana ese chico tan joven con aspecto de no entender casi nada de la vida.
No.
En el suelo.
Los jazmines en otoño caen al suelo, vencidos por la fuerza del viento sur, por la urgencia de la lluvia que cae de forma intermitente y que, cuando se aleja, convierte el pavimento en un rosario de miguitas de pan, a base de jazmines que vuelan y lo alfombran. Cualquier cuento de hadas podría escribirse entre estos jazmines, cualquier detective sumaría a sus pruebas estas huellas blancas y ligeras que se desparraman por toda la acera en este día de otoño.
En el suelo.
Los jazmines en otoño caen al suelo, vencidos por la fuerza del viento sur, por la urgencia de la lluvia que cae de forma intermitente y que, cuando se aleja, convierte el pavimento en un rosario de miguitas de pan, a base de jazmines que vuelan y lo alfombran. Cualquier cuento de hadas podría escribirse entre estos jazmines, cualquier detective sumaría a sus pruebas estas huellas blancas y ligeras que se desparraman por toda la acera en este día de otoño.
Jazmines en el suelo. En otoño. El otoño, ese tiempo inseguro tan lleno de contrastes. Jazmines en el suelo.
Metáfora, quizá, de esta estación que ya no es lo que era, que ya no luce igual, que no indica lo mismo. Una estación que se transforma con el paso del tiempo, con el eco del día que se escribe distinto. Jazmines en un otoño nuevo, anunciando las cosas que vendrán y que tú no conoces, porque nada del porvenir parece interesarte. Este presente de flores deshojadas, de flores arrastradas por el suelo, de flores que desprenden el olor de la duda...Este presente de inciertas ilusiones...
Metáfora, quizá, de esta estación que ya no es lo que era, que ya no luce igual, que no indica lo mismo. Una estación que se transforma con el paso del tiempo, con el eco del día que se escribe distinto. Jazmines en un otoño nuevo, anunciando las cosas que vendrán y que tú no conoces, porque nada del porvenir parece interesarte. Este presente de flores deshojadas, de flores arrastradas por el suelo, de flores que desprenden el olor de la duda...Este presente de inciertas ilusiones...
Cuando elevas los ojos, sin embargo, ves cómo el árbol ha seguido creciendo y, contra todo, y a pesar de todo, renueva su esperanza y es la misma que sientes tú fluir por todas partes, como signos que no hay que ignorar, sino advertir; como advertencias que hay que considerar, pues no es lo mismo vivir sin esperanza que vivir.
Jazmines en otoño. Alados, blancos, firmes, abandonadas huellas. Testigos mudos. Testigos de cargo de tantas ilusiones. Jazmines a modo de señal. A modo de esperanza. Por qué no. Todo es posible. En esta ciudad mágica, en este tiempo nuevo, en este florecer tardío del árbol que los viste...
Jazmines en otoño. Alados, blancos, firmes, abandonadas huellas. Testigos mudos. Testigos de cargo de tantas ilusiones. Jazmines a modo de señal. A modo de esperanza. Por qué no. Todo es posible. En esta ciudad mágica, en este tiempo nuevo, en este florecer tardío del árbol que los viste...
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