Retrato de Tosantos

Has llegado de noche. En la entrada de la casa, en la casapuerta, has colocado con sumo detalle un gran cesto. Luego has cerrado la puerta de la calle, el portón y has accedido al interior de la casa. En el comedor estamos todos esperando, todos los niños en esta víspera de fiesta que nos encanta. Tu llegada nos ha traído la tradición de cada año en forma de cesto lleno de castañas, nueces, piñones, peros, granadas y una gran caja de huesos de santos, encargados días atrás en la pastelería que nos sirve siempre todos los dulces. Hace un rato hemos estado en la calle, en el mercado, en la plaza nueva, viendo los puestos adornados con toda clase de artilugios, los pollos y los conejos disfrazados, las frutas engalanadas, como si fuera Navidad. Había tanta gente...Entre la gente hemos reconocido a nuestros vecinos de la calle, a Manolita, a Isabel, a Andrés, a Trinidad, a Antonia, a Lucía, a Encarna, a Margot. Y también los niños, Paqui, Mame, Luci, Antoñito, María José, María Luisa, Paquita Mari...
Hemos sacado apresuradamente todas aquellas bendiciones del cesto y hemos empezado a comer, sin tener en cuenta que ya es tarde y que pronto habrá que irse a la cama, aunque mañana no hay colegio porque es el día de los Tosantos y lo pasaremos por aquí, jugando en la calle o en la casa si llueve, felizmente entretenidos en hablar, contar, leer, inventar, dibujar, discutir...
Ella, nuestra madre, te ha regañado como hace todos los años, porque has gastado demasiado dinero en todo esto, y la cosa no está para dispendios, tantos niños y todos en los colegios...Pero ya te conoce, sabe cuánto te gusta esforzarte para que tu familia tenga de todo y para que los días de fiesta sean diferentes.
Ahora ya lo sé: ahora sé el motivo por el que este día ya es uno más y solamente tenemos fiesta porque no trabajamos. Tú ya no estás y ella no recuerda esos días.




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