Paseo por la Feria del Libro de Madrid


Madrid es una ciudad maravillosa. Cuando yo estudiaba Historia del Arte en la Facultad la recorría con el interés de quien siempre encuentra un sitio donde mirar. La gente de Madrid sabe que los que llegamos de fuera lo hacemos como quien vuelve a casa. Mi familia de Madrid estuvo siempre más cerca que otros que vivían en mi misma ciudad. Madrid tiene tantas cosas que uno nunca se aburre.

Estos días la Feria del Libro viene a ocupar un espacio cultural muy importante. Ya he comentado alguna vez que soy una amante reiterada de las Ferias del Libro, sean las que sean. Esta de Madrid es bastante especial: enorme, casi trescientas casetas; en un entorno privilegiado y con lo mejor de la literatura presente. Cada visitante de la Feria del Libro de Madrid enhebra un itinerario de afectos en torno a libros, editoriales o actos culturales. Es un itinerario personal, como lo es el gusto por la lectura o la composición de nuestra propia biblioteca. Por eso, no pueden hacerse recomendaciones, sino, más bien, mostrar qué es lo que hay allí y que nos ha llamado la atención.


La Feria se dedica este año a la literatura italiana, de la que me confieso bastante profana, aunque distintas editoriales han hecho un gran esfuerzo en reediciones y presentaciones de libros que justifican esta dedicación. Al recorrer los puestos de la Feria, como si uno recorriera un parque de atracciones en el que hay emoción, ilusión, talento, alegría, palabras en suma, podemos tener afortunados reencuentros, como, por ejemplo, "La civilización del espectáculo" de Mario Vargas Llosa, que hemos recomendado en este blog hace algunos días o "El enredo de la bolsa y la vida", de Eduardo Mendoza, que se ha convertido en uno de los libros más vendidos en todas las listas de ventas que se suelen publicar. También hallamos algunas cosas nuevas y llamativas, como la reedición por parte de Alfaguara de un libro de mi admirada Joyce Carol Oates basado en la vida de Marilyn Monroe (una actriz que me gusta tanto, sobre todo en "Niágara"). "Blonde" se llama el libro del que os hablo.


Mi interés sobre las crónicas históricas me lleva a apreciar "Diario de Rusia", con textos de John Steinbeck y fotos de Robert Capa, escrito tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial por encargo del New York Herald Tribune para recoger la reconstrucción de la URSS después de la citada guerra.  El último Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta-Casamérica, publicado por Planeta, es el libro de Jorge Volpi "La tejedora de sombras", revive una historia del año 1925 cuando a la consulta de Gustav Jung llega una paciente con problemas bastante inquietantes. Un acercamiento al psicoanálisis en forma de thriller. Curioso.


Imposible no fijarse en libros que han tenido gran aceptación, aunque no la del gran público, sino la de los lectores empedernidos, como "Un buen detective no se casa jamás" de Marta Sanz (Anagrama), "La hija del Este" de Clara Usón (Seix-Barral) o la nueva edición del clásico de Edward Gibbon "Decadencia y caída del Imperio Romano", de Atalanta, gran acontecimiento que hay que destacar.

Quizá también te interese saber que el último libro publicado por César Antonio Molina, en la editorial Destino, es "Donde la eternidad envejece", quinto tomo de sus memorias de ficción en el que recoge su devenir por diversas ciudades del mundo. Y, por supuesto, también están los libros de Kate Morton (el último "Las horas distantes", también muy vendido como los anteriores), o el "Aire de Dylan" de Enrique-Vila Matas, que ya recomendamos aquí.

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