El consuelo
/Pintura: Ramón Casas/
Las mujeres de Ramón Casas parecen haber pedido toda esperanza. Están en ese momento en que necesitan el consuelo, esa fórmula de acercamiento emocional por la cual el precipicio puede esperar siquiera un rato. Pensaba en el consuelo estos días, viendo las imágenes de los reyes de España en la devastada todavía isla de la Palma y las del papa León XIV dirigiéndose a una llorosa audiencia de personas venidas de todo el mundo en busca de algo que reescriba sus propias vidas. Los reyes preguntan a los hombres y mujeres que perdieron sus casas bajo la lava cómo se sienten y cómo va todo. Y la gente responde con frases cortas, verdaderas, sencillas, únicas, mientras se les humedecen los ojos y agachan la cabeza. No pueden más. No saben qué esperar, ni saben si hay espera. Los poderosos no entienden de esta miseria sobrevenida y del miedo que la acompaña. Solo los reyes, en ese acto de condolerse, parecen escuchar algo del grito. Las mujeres y los hombres se acercan a ellos en busca de consuelo, una manera de afirmar que están ahí todavía y que necesitan que alguien les dé tiempo y razones. El papa sonríe a la multitud, saluda con las manos y esa sonrisa parece valer lo mismo que si les bendijera. Tantas veces la escucha y la sonrisa son el verdadero rostro del consuelo. Alguien tendría que escribir esta historia cotidiana.
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