El problema de decir lo que piensas
/Vanessa Bell, pintura/
Transparente claridad, flores fogosas, un vaso de cristal, el mar, el lago, el agua, la mesa que refleja las flores, tranquilidad, silencio. Todo eso evoca el cuadro de Vanessa Bell, al que le vendría bien una música de fondo, algo de Alicia Keys o de Pablo López, siendo tan distintos, la emergencia de lo pop bien hecho. Por enésima vez pienso en lo difícil que es dar una opinión sincera acerca de las cosas. Estamos hechos para el disimulo, la mentira o el engaño. Nos resulta más fácil aceptar una falsedad si nos favorece, que la limpia sinceridad de algo que puede ayudarte a mejorar. No queremos mejorar, queremos afirmarnos en lo que somos. No sé si alguna vez he conocido a alguien que no se rindiera al halago, no sé si alguna vez he conocido a alguien que aceptara una opinión negativa, no diré crítica, porque eso parece generar derechos, sino simplemente una apostilla, un algo, una corrección. Así sucede siempre.
Hay quienes hablan de libros y de Jane Austen y la llaman "Austin" y a mí eso me parece que denota un brutal desconocimiento de la base, del fondo, de las fuentes. Hay demasiada superficialidad por ahí que se disfraza de tecnologías y de palabras raras, de conocimientos absurdos o de posturas sublimes. Pero, en el fondo, una distingue rápido la verdad de lo que es impostado, eso se sabe, se palpa, en cuanto dejas que la gente hable y farfulle, siquiera sea por internet o en un vídeo. De modo que si alguien dice Austin en lugar de Austen me demostrará que no sabe de lo que habla. Sin embargo, no te atrevas a rechistar. El mundo no está hecho para la sinceridad sino para el halago servil. Conmigo no contéis para eso.
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