Hay que detener este absurdo
No estamos siendo conscientes, pero quizá habría que pararse y pensar. Ya no basta con que escribas un libro, malo, regular, bueno o muy bueno. No basta con que te lo publique una editorial. A partir de ahí se abre una brecha entre los promocionados y los no promocionados. Y empieza la loca carrera por darlo a conocer, la frustración de las reseñas no escritas, de las escritas pero insuficientes, en enfado con los supuestos amigos que no escriben de tu libro, las librerías en las que no está, los eventos en los que no participas, las presentaciones medio vacías, las ventas escasas. Y las comparaciones con aquellos otros que tienen más suerte, más apoyo o mejores libros. Y entonces toda esa "delicia de la vida" que es escribir se convierte en un problema. Porque ya no basta con escribir, ni siquiera con publicar. Si tu libro no es convenientemente leído, alabado, reconocido, entonces es barbecho. No sirve de nada lo que has logrado. Un peligro que hay que sortear y detener. No vale sufrir por esto porque equivale a no disfrutar de la escritura en su aspecto más puro y más amable. Hay que luchar contra ese deseo quizá legítimo de que te lean, te admiren, te compren y te elogien. Hay que quedarse con el simple, sencillo, íntimo y humano acto de escribir. Da igual quién te lea, quién te aplauda. Tú y tu escritura sois lo único que importa. Jane Austen lo supo.
Dejadme al margen de todo esto. No quiero caer en esa trampa. No voy a convertirme en una titiritera que va de un lado a otro vendiendo mercancía. Eso lo dejo para los mercaderes. Dejadme con este rayo de sol, con esta mañana fresca de invierno, con esos cuadernos nuevos que tienen hojas pálidas, con mi nuevo libro de preciosa cubierta y con mi libro que se está escribiendo en los cuadernos rosas y con los rotuladores azules. Esa es la escritura que quiero. No compito con nadie. No busco la gloria sino el disfrute cotidiano de la palabra convertida en firme columna de amaneceres vivos.
/Las imágenes son fotografías de Uta Barth. Le encajan muy bien al texto. Son limpias, puras, transparentes y no tienen envidia ni tienen pretensiones./
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