Una razón pequeña



Una bóveda verde y rosada cubre el suelo y la pérgola espera las rosas que no van a llegar nunca. No eres nadie, piensas. No eres nadie. Hay formas de ser y formas de estar. Y la pérgola te oculta de la mirada ajena y eres capaz de pensar en que hay tantas cosas que no entendiste a tiempo y en que queda tan poco tiempo ya para algunas cosas... Escribes tus páginas rosadas y tus páginas verdes y las palabras danzan y guardas esas páginas y las vuelves a leer o quizá ya no las recuerdas y sabes que ellos ya se fueron, aquellos que te cuidaron un día, los tres, ella y ellos dos y que aquí ninguno de los otros tiene para ti nada más que una brutal indiferencia que no llega hasta el sol y nunca alumbra. Para eso no necesitas que te cuenten historias...

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