Escribir, publicar, vender, leer
Este es un tema delicado pero no he de tener demasiada preocupación al respecto. No va a causar una debacle humanitaria ni, desde luego, cultural. El tema es enjundioso pero este blog no lo lee casi nadie. Y hay algunas cosas que merecen la pena, que están bien escritas y bien reflexionadas, pero a los blogs les pasa como a los libros: solo se leen una mínima parte de los que existen y el criterio siempre es, o sobre todo, el nombre, el nombre de quien lo firma. La firma, esa gran figura de nuestros días. El autor, oh, el autor, quién ha hecho esto, dónde está, que me haga un autógrafo ya...Los desconocidos, los outsiders como yo misma, no importamos nada aunque escribamos bien, muy bien, sobresaliente. En realidad, el cómo no no importa, solo importa el quién. Por eso hay, por lo visto y según se oye por ahí, gente que incluso paga por publicar, cambiando así la ecuación. Pero volvemos a ella, a la ecuación.
La ecuación comienza con alguien que escribe un libro. Supongamos que es un buen libro. Si se trata de un autor con nombre, la cosa es fácil. Lo publican, lo publicitan, lo venden y lo leen. Todos contentos. Quizá el autor tenga que dar algunas vueltas de aquí para allá, hacer presentaciones, bolos, ir a ferias, firmar, blablabla. Pero tiene la seguridad de que el libro está presente en las librerías, a veces amontonados en la puerta, decenas de ejemplares. Sabe que en los culturales van a aparecer reseñas que lo pondrán bien, al menos. Que en las listas de los más vendidos también tendrá su hueco. Que le harán entrevistas en la radio, quizá en la tele, seguro que en los podcast esos, en youtube, en digitales, en fin, que su libro se dará a conocer y, precisamente por eso, llegará a los lectores. Y lo leerán algunos, otros lo regalarán, a algunos les gustará y otros dirán la consabida frase: está sobrevalorado. Y así. Todos contentos.
Pero no siempre ocurre así. Todo el mundo tiene la posibilidad de escribir un libro. Incluso aunque el libro sea malo. Y el que escribe un libro pasa a la casilla siguiente de inmediato. Quiere publicarlo. Ahí la ecuación se va cambiando de lugar poco a poco. ¿Quieres publicarlo? Pues ponte a dar vueltas a ver si encuentras una editorial. Echas mano de amigos, de conocidos, de enemigos. Lo mandas aquí o allá. Hay gente que responde amablemente y dice no. Hay gente que no responde amablemente y no dice nada pero es no. Hay gente que te propone un trata sustantivo: te quedas con nosecuántos libros y listo. ¿Hay quién te pide dinero por publicar? Esto no lo tengo constatado, lo otro sí, que es casi lo mismo. Algunos valientes van a la autopublicación y vive Dios que venden libros y que son muy leídos. Pero nadie quiere ser un autopublicado, parece que eso significa que nadie te ha querido, que has ido al baile y nadie te ha sacado a bailar. Hay que ser muy rotundo y tener mucha convicción para andar en esa rueda. Conozco algunos casos de autoeditores muy avispados que le están sacando mucho más rédito a los libros que escriben que si los publicara una editorial. Y no tienen empacho en andar de un lado para otro, total, los otros también andan así para la promoción y tal. Uf. Cansada de solo pensarlo. Suponiendo que, de alguna forma, el libro del autor desconocido y quizá novato llegue a publicarse, entonces habrá que distribuirlo (o solo se imprime a demanda????) y algunas librerías lo tendrán, pero uno solo, vaya a ser que se quede ahí parado. Y la gente que se entere de que el libro existe, lo cual es complicado porque si nadie lo cuenta resulta tarea de colosos, puede que busque el libro inútilmente. Porque no hay ninguna seguridad de que la editorial que publica a un desconocido, a saber por qué, vaya luego a pringarse en promocionarlo. El editor parece haberse aprendido una cantinela: edito y punto. Nada de Max Perkins, más bien Egerton o Murray. Los libreros prefieren siempre libros que se vendan solos, que todo el mundo conozca porque está esperando que llegue "el último de fulanito". Hay fulanitos que escriben tres o cuatro libros al año, da igual si luego casi todos ellos son infumables. Pero la venta es segura. Que se lea es otra cosa. Muchos fulanitos organizan o les organizan una serie de giras curiosas de un lado a otro, de dos en dos, de tres en tres, yo te presento, tú me presentas, ellos nos presentan, y así el autor prolífico que escribe mucho es también el autor prolífico que participa en performances continuamente. ¿Cuándo escribe? ¿No era escribir una cosa de soledad y así? Me canso de contarlo.
El lector lee lo que encuentra en las librerías. Lo que le publicitan. Lo que le ponen por delante. Lo que sabe que existe. Lo que le recomiendan. Es el que menos culpa tiene de todo esto. ¿Cómo vamos a echarle la culpa a los no-lectores de Jane Austen si no sabían que existía Jane Austen?
(Ilustración de Al Parker)
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