"Miradas" de María José Peña
Es una buena idea que la portada del libro lleve la imagen de la autora. Su mirada. Porque la mirada de María José Peña es exactamente así: limpia, transparente, tierna, pero también misteriosa, llena de contrastes. Es una mirada observadora. Y en esa observación no solo hallamos la realidad, sino lo soñado o lo pretendido, la fantasía y la imaginación, lo cierto y lo dudoso. Un caleidoscopio tan fuerte como la vida, tan colorido como lo mejor de ella, tan diverso, tan exacto. Terminados los años en que los relatos se consideraban los hermanos pobres de la novela, como si escribir se pudiera hacer al peso, estamos viviendo una resurrección de estas historias breves, pero no insuficientes nunca.
"Miradas" es un conjunto de cuarenta y cinco relatos inclasificables porque tienen una cosa en común, su estilo literario tan especial, pero muchas diferencias. El relato es ese género literario que sirve especialmente a quienes son capaces de construir una historia pequeña, que empieza y acaba en sí misma, independiente a las otras, pero dotada de una fuerza única para enganchar al lector. Son trozos de vida, experiencias, opiniones, reflexiones íntimas, ficción, verdad. La primera persona nos da un aire cercano e intimista, y también acentúa la fuerza de las palabras. Pero no siempre es el vehículo con el cual la autora nos muestra lo que quiere contarnos y esa muestra es tan abierta como contundente. No pretende engañarnos ni hacernos ver algo distinto a lo que aquí aparece con frescura y con la fuerza de una voz que no admite mentiras. Sinceridad sin mixtificación. Y también una construcción honesta del pensamiento a través de esta forma literaria.
Hay tantos temas, desfilan tantas situaciones por el libro, hay tanto que decir de tantas cosas...parece decirnos María José Peña. Su compromiso con la vida se ofrece intacto y en ese compromiso hay tanta alegría como hiel, tanta belleza como lucha. Porque el resumen de estos relatos tienen mucho que ver con la manera de afrontar la existencia, con sus universales: el amor, la esperanza, la soledad, la ausencia, el paso del tiempo, el dolor, la dificultad para comunicarse entre los seres humanos, la espera, los adioses...De este modo, cualquiera que se acerque a leerlos tiene algo que añadir al relato, tiene algo que decir, algo que preguntar, algo que aportar. Eso es lo que sucede cuando la vida se muestra a chorros, cuando la palabra escrita empuja las sensaciones y las convierte en sentimiento, emoción y claridades. Una forma de mirar que solo está en manos de la gente de verdad. Y es esa gente la que sabe abrir la puerta de su intimidad para convertirse en espejo. Una gota de sol en el agua fría, diría Françoise Sagan.
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