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"Los armarios vacíos" de Maria Judite de Carvalho

 


Si buscas noticia en la red de la literatura portuguesa, tan lejana para nosotros y tan cercano el país, del que vivimos de espaldas, encontrarás una entrada con treinta y seis escritoras, ninguna de las cuales es Maria Judite de Carvalho. Si la información que lees se refiere a escritores portugueses del siglo XX tampoco aparecerá. Ni lo hará cuando busques bajo el epígrafe general de literatura portuguesa. No existe. No es. No está. 

Maria Judite de Carvalho es otra más de las autoras escondidas de las que no sabemos nada hasta que salen a la luz con un libro que, casualmente, lees. Te llama la atención el título, la portada o quizá el hecho de preguntarte ¿quién es? El caso es que ahondas en su biografía, encuentras profundas lagunas, lees el libro y se produce el milagro del descubrimiento. Descubres un libro, a una escritora, que tiene algo que decirte y que te lo ha dicho. Así sucede todo. 

Maria Judite nació y murió en Lisboa, entre los años 1921 y 1998. No siempre vivió en su ciudad. Diferencias políticas e ideológicas la llevó a una especie exilio que se prolongó algunos años desde 1949 y que la llevó a vivir en otras ciudades, en Francia, concretamente en Montpellier y en París. En 1959 volvió a Portugal y allí comenzó a publicar, a escribir libros y artículos en revistas y a ser conocida y reconocida. Su marido, Urbano Tavares Rodrígues, también se dedicaba a la literatura como profesor, escritor y crítico literario. Sobre la formación de Maria Judite tenemos constancia de que estudió en la Universidad de Lisboa, Facultad de Letras, Lengua Alemana e Inglesa. Allí precisamente conoció al que sería su marido. El sucinto conocimiento de su vida se reduce a estas pocas notas. Fue redactora de Diário de Lisboa, Eva y O Jornal. Escribió novelas, cuentos, crónicas y poemas. Su obra ha sido reconocida con los más importantes galardones: el Premio da Associação International dos Críticos Literarios, el Premio Vergílio Ferreira y el Gran Premio de Conto Camilo Castelo Branco, que ganó en dos ocasiones. En 1992, recibió también la distinción Grande-Oficial da Ordem do Infante D. Henrique.

Otra cosa es el libro, Los armarios vacíos. Tiene 159 páginas, impecable traducción de Regina López Muñoz, una traductora habitual en la editorial que ha traducido, por ejemplo, y muy bien, la obra de Edna O'Brien prácticamente al completo. El estilo de Carvalho es terso, limpio, va al grano. No da ningún rodeo aunque nuestra impaciencia por saber qué sucede pueda darnos esa impresión a veces. Conoce muy bien y así lo representa el pensamiento femenino. Es, en realidad, una escritora de mujeres, ellas son sus protagonistas y los hombres parecen estar en un limbo de desconocimiento, trazados solo con unas pinceladas, suficientes, firmes, pero escasas. Son en cuanto que cumplen un papel, cenital desde luego, en las vidas de ellas. Y ellas son unas cuántas. 

Está la protagonista, Dora Rosário, viuda de Duarte, madre de Lisa, nuera de Ana, sobrina política de Doña Júlia, amiga de Gabriela y de Manuela, flor de un día de Ernesto. Manuel es la extraña narradora de la historia, una mujer oculta que solo conoceremos mejor al final del libro. Dos hombres muy distintos, uno muerto y otro muy vivo. Una mujer que guarda el luto durante diez años y que después de eso llegará a decir que su marido ha muerto dos veces, quizá porque los secretos tienen las patas muy cortas y las noches posteriores a las fiestas dejan un poso de confianza en el que flotan palabras nunca antes dichas. El silencio es el gran atributo de Dora, su baza, su postura ante el mundo. Pero no es ella sola. Ana, su suegra, es capaz de callar durante años algo definitivo. Y Manuela se presenta como una sombra de la que no logramos saber nada cabal hasta el final de la historia. Tan empeñadas en describir a los hombres, quizá para entenderlos, no suelen describirse a sí mismas. Soledad, inquietud, desasosiego, esas palabras tan portuguesas, perviven en las palabras de esta novela y crean una sombra de misterio incalculable, al estilo de otros escritores de la misma nacionalidad, pero tan difícil de catalogar, tan personal, que puedo decir que hay en ella un eco deslumbrante que le corresponde solo a su escritura. 

Sinopsis:

Dora tiene treinta y tantos años y ha perdido a su marido hace diez. Desde entonces su vida se ha detenido, ni se arregla ni se preocupa de su físico, vive a medio gas. Tampoco tiene dinero porque su marido no se preocupó mucho de esas cosas y nunca se forjó un porvenir. De modo que tiene que pedirlo a unos y otros, sobre todo para poder atender a su pequeña hija Lisa. Cuando encuentra un empleo parece que su vida va a mejorar pero es la revelación nocturna que su suegra, Ana, le hace en una ocasión, lo que cambiará su punto de vista y hasta su forma de actuar. 


(Colección de cuentos de Maria Judite de Carvalho publicado en España por Errata Naturae en 2022)

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